Transición energética
Por Mercedes Ordoñez, Coordinadora Ciudades de la Energía, Red de Innovación Local (RIL)
De acuerdo con ONU-Habitat, las ciudades producen más del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo significativamente al cambio climático. Además, a pesar de abarcar menos del 2% de la superficie de la tierra, consumen aproximadamente el 78% de la energía mundial. Siendo este sector uno de los mayores contribuyentes a este fenómeno global. Es por esto que ser una ciudad que garantice el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna es el propósito que impulsa hoy una transformación energética en las ciudades.
La transición energética es un desafío global que propone un cambio en la forma de producir, distribuir y consumir energía. El concepto de transición como tal, plantea reflexionar sobre el punto de partida en el que se encuentran las ciudades. Pero también una decisión sobre el tipo de ciudad a la que se desea llegar. Y para ello, resulta necesario atravesar un proceso de transformación y cambio paradigmático.
El Trilema Energético, elaborado por el Consejo Mundial de la Energía, propone poner el foco en tres aspectos fundamentales a la hora de pensar la transición energética. La mitigación del impacto ambiental, la seguridad del suministro y la equidad energética. En cada una de estas dimensiones las ciudades tienen la posibilidad de diseñar e implementar políticas públicas que contribuyan al desarrollo de sus comunidades.
El impacto ambiental de producir y consumir energía
Una Ciudad de la Energía es aquella que prioriza aumentar la eficiencia energética para satisfacer las necesidades de su comunidad. Con el menor gasto de recursos posible. Además, reconoce el impacto ambiental que conlleva la generación y consumo de energía. Y por tanto busca minimizarlo mediante el uso de energías limpias y bajas en carbono.
Por un lado, producir energía de manera convencional genera un impacto ambiental asociado principalmente a la quema de combustibles fósiles. Es por esto, que la descarbonización del sistema es una parte fundamental de las recomendaciones generales a la hora de diseñar estrategias para transformar la oferta energética. Es en este aspecto que se incluyen los proyectos de energía renovable, generación distribuida. Adecuación normativa para la inyección de energía a la red y su reconocimiento económico y la promoción de empleos verdes asociados a esta industria, entre otros.
Por otro lado, y desde el punto de vista de la demanda de energía, el impacto ambiental está asociado a su uso de manera ineficiente. Como contracara, la eficiencia energética se posiciona como la principal estrategia de respuesta frente a esta situación. De hecho, se cuestiona que las energías renovables puedan (y tengan que) responder a los elevados niveles de consumo energético actuales. Es por esto, que la eficiencia energética es uno de los puntos de mayor viabilidad tanto para una persona como para un gobierno local. Debido a que permite tomar medidas de corto plazo y de buena relación costo-beneficio. Aquí el abanico de posibilidades involucra proyectos de electrificación de servicios, la reconversión de flota vehicular a eléctrica o a combustibles de transición. El recambio de luminaria, la rehabilitación energética de edificios y arquitectura bioclimática. Los incentivos a la incorporación de sistemas eficientes y la promoción de cambios culturales.
Tal es el caso de un grupo de investigadores del CONICET que, en alianza con la ciudad de Balcarce, provincia de Buenos Aires, desarrollaron un biodigestor para que la comunidad de Los Pinos genere biogás a partir de los residuos provenientes de la actividad agropecuaria local. De esta manera, no sólo se brindó a las comunidades una respuesta a la problemática ambiental por la mala disposición de los residuos. Sino que además permitió una diversificación de la matriz energética con fuentes bajas en carbono, reemplazando a la leña y el carbón. Y como si fuera poco, la comunidad conformó una cooperativa para la operación, mantenimiento y administración de la energía producida. Demostrando el potencial de este tipo de estrategias para el desarrollo comunitario y la generación de empleo.
Transición energética en un contexto de cambio climático
Ser una Ciudad de la Energía implica ser protagonista del sistema energético del que se es parte, buscando aumentar la resiliencia del mismo. Para ello, resulta clave conocer la realidad energética de la ciudad, sus fortalezas y debilidades y prepararse para afrontar los desafíos presentes y futuros en un contexto de cambio climático.
La seguridad energética entendida como garantizar el suministro de energía así como la infraestructura energética necesaria para satisfacer la demanda actual y futura es quizás uno de los puntos que plantea el Consejo Mundial de la Energía que podría exceder a las competencias municipales, al menos en Argentina. Y por “podría” se hace hincapié en que, a pesar de ello, los gobiernos locales pueden incidir en aumentar la resiliencia de la ciudad. Frente a una mayor intensidad y frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos que plantea el cambio climático.
Evaluar la capacidad de respuesta de un municipio en términos energéticos puede mejorar el desempeño de una ciudad en dicho marco. Por ejemplo, considerar si las dependencias gubernamentales encargadas de accionar frente a eventos meteorológicos están preparadas y abastecidas de energía. Para poder brindar servicio, si hay zonas de la localidad más vulnerables a sufrir cortes de suministro por el estado del arbolado urbano, la precariedad de las construcciones o la lejanía de las comunidades para su contención.
El caso de Ticino, en la provincia de Córdoba, es sumamente interesante para dimensionar el impacto del autoabastecimiento energético en contextos de crisis. La producción de energía a partir de los desechos de la industria manicera convirtió a Ticino en una de las pocas ciudades argentinas en no quedarse sin luz durante los apagones masivos de 2019 y 2023 en Argentina. Pudiendo dar respuesta a las necesidades de su comunidad.
Reducir la pobreza energética, una deuda pendiente
Ser una Ciudad de la Energía es también considerar el acceso a la energía como un derecho fundamental y condicionante del resto de los derechos. Por lo tanto, la transición energética se plantea como un proceso justo socialmente, que priorice una gestión con fuerte orientación a la ciudadanía. Buscando garantizar a sus habitantes un servicio suficiente, accesible y de calidad reduciendo así la pobreza energética.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) considera que un hogar se encuentra en situación de pobreza energética cuando no logra satisfacer sus necesidades energéticas de manera continua, segura y estable. Ya sea en términos económicos como de infraestructura. Como consecuencia, las personas que la sufren se exponen a riesgos sanitarios, de malnutrición, a prácticas domiciliarias peligrosas y se encuentran limitadas para el desarrollo de tareas económicas y educativas.
A partir de estos desafíos, los municipios pueden incidir en mejorar la condiciones de habitabilidad y acceso a los servicios de las comunidades más vulnerables. Por ejemplo, facilitando procesos de regulación de conexiones, brindando servicios a tarifas diferenciales. Subsidiando a determinados grupos sociales el acceso a la energía, incorporando criterios de eficiencia energética y energías renovables en programas de vivienda social, entre otros.
Un ejemplo cercano de este tipo de programas, es el llevado adelante por el municipio de Godoy Cruz, en la provincia de Mendoza. Luego de promover la construcción domiciliaria de calefones solares realizados con materiales recuperados en barrios vulnerables, se apostó por el desarrollo de un Programa Municipal de Energía Solar para Viviendas Sociales. A través del mismo, se entregan equipos fotovoltaicos y solar térmicos para cubrir las necesidades energéticas de familias vulnerables localizadas en zonas donde no llega el suministro de energía o que se encuentran en situación de precariedad habitacional.
Camino a ser una Ciudad de la Energía
La Red de Innovación Local (RIL) lanzó este año el programa “Ciudades de la Energía”. Tiene como objetivo acompañar a los equipos de gobiernos locales a diseñar una estrategia integral de transición energética, con foco en la sostenibilidad ambiental, la equidad energética y la adaptación frente al cambio climático.
A partir de un diagnóstico exhaustivo del estado de situación de la ciudad respecto a la temática, el desafío será conocer cuáles son las implicancias que tiene la transición energética en cada ciudad y cuáles son las limitaciones y potencialidades. Para identificar las oportunidades de mejora y trabajar en un plan de acción para resolver el desafío público priorizado. Los productos a los que se espera que lleguen las ciudades serán los lineamientos estratégicos a corto, mediano y largo plazo. Y el diseño de una política pública sectorial.
Las ciudades que se están desafiando en 2024 a recorrer el camino para convertirse en Ciudades de la Energía son Plaza Huincul (Neuquén), Cutral Co (Neuquén), Junín (Buenos Aires), Bahía Blanca (Buenos Aires), Tandil (Buenos Aires), General Arenales (Buenos Aires), Alberti (Buenos Aires), Malargüe (Mendoza), Luján de Cuyo (Mendoza), y Puerto Madryn (Chubut).
Para RIL, la articulación público privada es un elemento clave y estratégico para alcanzar los objetivos del programa. Es por esto que, a lo largo de todo el recorrido, se incorporan aliados del sector privado a formar parte del ecosistema de trabajo. Es decir, que participarán activamente del proceso y estarán a disposición de los gobiernos locales para articular y hacer sinergias que contribuyan al desarrollo de las estrategias locales. Las empresas que apuestan por el impacto de trabajar esta agenda a escala local y, que además son actores estratégicos en el plano energético nacional, son Desa, Pampa Energía, Genneia, Aconcagua Energía y Vista Oil&Gas.
La transición energética, una agenda local
La agenda de la transición energética ha otorgado a los gobiernos locales nuevas posibilidades para potenciar el desarrollo de sus comunidades. Pero además, viene a reconocer un rol protagónico de las ciudades en la contribución a estos objetivos globales. Demostrando no solo que es una agenda propia, sino una a la que, a pesar de ser una temática emergente, llevan contribuyendo ya varios años.
Para más información podés enviar un e-mail a: merce.ordz@gmail.com