CIUDADES SOSTENIBLES
Entornos urbanos saludables y decisiones basadas en la naturaleza

Las ciudades crecen y, con ellas, los desafíos ambientales y de salud. Frente a este panorama, las soluciones basadas en la naturaleza ofrecen una alternativa eficaz para diseñar entornos urbanos más saludables, sostenibles y resilientes.

Entornos urbanos saludables.

Por Tania Chávez, Mg. en Ciudad
y Espacio Público Sustentable (*)

Un entorno urbano saludable es aquel espacio, lugar o hábitat en donde interactuamos todas las especies del planeta y que, además de promover la salud y prevenir enfermedades, busca mitigar la contaminación ambiental y la pérdida de la biodiversidad. Su objetivo es garantizar una convivencia equilibrada entre las personas y la naturaleza. 

Para lograr estos entornos, se pueden implementar soluciones basadas en la naturaleza en aspectos clave como la movilidad, el diseño de calles, los espacios públicos, las áreas verdes y la gestión del agua y los residuos. Estas acciones contribuyen a reducir la contaminación y aumentar la biodiversidad en las ciudades, generando beneficios que van desde la regulación del clima y la purificación del aire y el agua, hasta mejoras en la salud física y mental de las personas.

Del diagnóstico a las soluciones

Las afectaciones en la salud y la vida de las personas en entornos urbanos es causada principalmente por la contaminación atmosférica y el aumento de la temperatura. La mala calidad del aire, por ejemplo, es responsable de aproximadamente 7 millones de muertes al año en el mundo. En América Latina, las olas de calor han incrementado la mortalidad en un 140% en las últimas dos décadas, y en países como México se ha observado un impacto directo en especies locales.

La alta concentración de personas en entornos urbanos también contribuye a la inseguridad vial y la contaminación sonora. La OMS estima que los siniestros viales provocan más de 1.350.000 muertes al año. A su vez, el ruido excesivo es responsable de 12.000 muertes prematuras anuales en la Unión Europea, afectando especialmente a niños, personas mayores y comunidades cercanas a zonas industriales o con alto tráfico.

A esto se suma el aumento de enfermedades transmisibles como el dengue y el covid-19, así como el crecimiento de patologías no transmisibles como la obesidad, la diabetes y la hipertensión, que están relacionadas con el sedentarismo y la falta de espacios verdes. Por ejemplo, en México, el 70% de la población padece de sobrepeso y casi una tercera parte, obesidad. 

¿Y qué decir de la salud mental? Vivir en grandes entornos urbanos incrementa en un 20% el riesgo de desarrollar depresión y en un 21% el riesgo de sufrir ansiedad.

Por otro lado, la vida urbana también impacta significativamente en la naturaleza. La contaminación de cuerpos de agua, la expansión industrial y el crecimiento de la infraestructura urbana han deteriorado servicios ambientales clave, como el flujo de los ríos, que en muchas ciudades están entubados o canalizados. En México, la instalación de empresas en el sur de Aguascalientes puso en peligro la supervivencia de la ranita de Aguascalientes, una especie endémica que ha disminuido considerablemente en sólo diez años.

Entornos urbanos saludables.
La rana de madriguera (Smilsca dentata) es una especie endémica en Aguascalientes. Foto: Bruno Sánchez, vía Mongabay.

A su vez, el diseño vial centrado en la movilidad de personas, bienes y servicios pocas veces considera las especies que habitan en el territorio que ahora se fragmenta por grandes vialidades. En Estados Unidos, se estima que más de un  millón de animales mueren atropellados por vehículos todos los días. A nivel mundial, las cifras son más difíciles de calcular, pero se cree que son miles de millones.

Podríamos seguir definiendo el problema del diseño de entornos urbanos centrado en las personas y en la industria y sus afectaciones en la salud humana y ambiental, pero es momento de hablar de soluciones. Comenzar a poner sobre la mesa el diseño centrado en las especies y en el ambiente natural: de tomar decisiones basadas en la naturaleza para crear entornos urbanos saludables.

Movilidad sostenible para entornos urbanos saludables

La movilidad sostenible es fundamental para construir entornos urbanos saludables. Acciones como mejorar la calidad del aire, reducir el ruido, garantizar la seguridad vial y conservar la biodiversidad son clave en este sentido.

Las calles son el órgano vital de una ciudad, por lo que diseñarlas bajo criterios saludables es prioritario. Crear infraestructura para la movilidad activa —como banquetas/veredas amplias y ciclovías— y promover el uso de transporte público tiene un impacto significativo en la reducción de emisiones al desincentivar el uso de vehículos motorizados. Esto no sólo mejora la calidad del aire, previniendo enfermedades respiratorias, sino que también reduce el ruido urbano, amplificando los sonidos naturales.

Promover la actividad física mediante estas acciones contribuye además a prevenir enfermedades asociadas al sedentarismo, como la obesidad y las afecciones cardiovasculares.

  • La Ciudad de México ya cuenta con 573,22 kilómetros de infraestructura ciclista. En seis años, los viajes en bicicleta aumentaron un 71%.
Entornos urbanos saludables.
Foto: Secretaría de Movilidad de la Ciudad de México.

El diseño de calles bajo un enfoque preventivo o de “visión cero” es otra estrategia clave para reducir muertes y lesiones graves por siniestros viales, tanto en personas como en otras especies. La construcción de pasos de fauna, por ejemplo, permite el tránsito seguro de animales en avenidas, carreteras y autopistas, siendo una infraestructura vital para la conservación de la biodiversidad.

  • Países Bajos es el país con más pasos de fauna sobre sus caminos.
Paso de fauna neerlandés. Foto: Travesías Digital.

Además, los entornos saludables garantizan un ahorro de recursos ya que, al prevenir enfermedades y promover la seguridad vial, se reduce la posibilidad de que las personas requieran atención médica. Esto se traduce en ahorros económicos significativos.

  • Bogotá inspiró a otras ciudades a implementar calles activas.
Foto: Jeff Greenberg, tomada de El País.

Espacios públicos y áreas verdes: bienestar y biodiversidad

Una distribución equitativa y abundante de áreas verdes en las ciudades es clave para garantizar entornos saludables. Estos espacios ayudan a mitigar las olas de calor creando microclimas que reducen la temperatura urbana hasta en 12°C gracias a los árboles. Por ello, reforestar y crear corredores verdes resulta indispensable para regular la temperatura en las ciudades y amplificar los sonidos naturales.

  • Medellín logró reducir el calor gracias a un entramado de corredores verdes.
Fotografía: Getty Images tomada de BBC News. 

Los espacios públicos versátiles, que se adaptan a diferentes grupos etarios y actividades, también son fundamentales para promover la vida activa y saludable. Parques infantiles, gimnasios al aire libre, huertos comunitarios y zonas de descanso fortalecen los lazos comunitarios y garantizan que todas las personas puedan disfrutar de estos beneficios.

Es fundamental que estos espacios estén distribuidos de forma equitativa, asegurando que cada persona pueda acceder a ellos en un trayecto de menos de 15 minutos desde su hogar. Estos entornos urbanos saludables mejoran el bienestar mental, promueven la interacción social y favorecen el contacto con la naturaleza, actuando como un remedio natural contra la ansiedad, el estrés y la depresión.

  • Nueva York cuenta con el programa de jardinería urbana más grande de su país, que sostiene más de 550 jardines comunitarios y moviliza a miles de voluntarios.
Fotografía: NYC Parks GreenThumb.

Además, en ciudades costeras, proteger las áreas naturales y la biodiversidad  (humedales, bosques, manglares, etc.) ayuda en la prevención de inundaciones y a mitigar los riesgos e impactos de fenómenos naturales como ciclones y huracanes.

Decisiones basadas en la naturaleza: un enfoque integral

Para tomar decisiones basadas en la naturaleza es necesario:

  • Identificar a todas las personas, grupos, especies y elementos naturales que habitan o se interrelacionan en nuestras ciudades.
  • Realizar análisis de datos con una perspectiva de equidad social y ambiental. Esto tomando en cuenta las desigualdades (que actividades y quienes contaminan más, a quienes afecta). 
  • Crear metas e indicadores de salud ambiental, social y urbana para medir y evaluar el impacto de las decisiones. 

Este enfoque implica integrar criterios ambientales y de salud en la planificación urbana, la gestión de la movilidad y el diseño de los espacios públicos. También requiere involucrar a todas las partes interesadas en el diseño de políticas públicas, priorizando la biodiversidad y a las comunidades más vulnerables.

Un entorno urbano saludable impacta directamente en la salud de las personas. Por eso, es urgente combatir las desigualdades, fortalecer el uso de energías limpias y reconectar con la naturaleza. Esto implica dejar de darle la espalda a los ríos, y recuperar los cauces y cuerpos de agua. Cuidar y expandir las áreas verdes, promover la movilidad activa y proteger la biodiversidad que habita en nuestras ciudades.

El desafío es claro: enfocar los esfuerzos de gobiernos y comunidades en garantizar un futuro sostenible mediante la creación de más entornos urbanos saludables.

Referencias:

(*) Tania Chávez es parte del equipo de Certificaciones de la Red de Innovación Local (RIL). Esta nota fue editada por el equipo de +COMUNIDAD.

Foto principal: río Cheonggyecheon integrado en Seúl, Corea del Sur. Foto:  © trabantos via Shutterstock.