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Por Luis Picat, intendente de
Jesús María (Córdoba)
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Una de las principales palabras que aparecen cuando hablamos de Estado es “eficiencia”; cómo se utilizan los ingresos (nuestros impuestos) y qué impacto positivo/negativo tiene ese uso.
Leer un ensayo de Friedrich Hayek, economista liberal, me inspiró a utilizar ciertos términos para poder explicar cómo el Estado puede ser más eficiente. Entre ellos, puedo nombrar el conocimiento, la planificación y la adaptación a los cambios.
Antes, la función de los municipios se limitaba sólo a la prestación de servicios como alumbrado, barrido y limpieza (ABL). Así como viene sucediendo en el resto del planeta, hoy el Estado interviene cada vez más en la vida cotidiana. Si tomamos la parte positiva de esta intervención, podemos interpretar que viene dada por un crecimiento del bienestar en las personas. También se da el fenómeno de la descentralización de los servicios, desde los gobiernos centrales hacia los gobiernos locales.
Así es que nos encontramos con gobiernos locales que brindan servicios de atención primaria de la salud, que llegan a tener sus propios hospitales comunales, también brindan educación en las etapas primarias (guarderías, apoyo escolar, robótica), geriátricos, salud mental, vigilancia, entre otros.
Información, conocimiento y tecnología
Los intendentes ya no sólo tienen que ver si las calles están limpias. El intendente necesita una mirada 360° de todas las prestaciones brindadas. Para ello es necesario tener un sistema de información que le permita medir el rendimiento de cada una de ellas. Esto lo relaciono con el primer factor: “conocimiento”.
Hoy, con la tecnología disponible, se puede disponer de una estructura informática que permita tomar decisiones al instante. Como ejemplos: un sistema de reclamos que permita detectar anomalías en el sistema de red de cloacas; un sistema de salud que encienda una alerta ante un determinado número de casos de gripe; un sistema en educación que mida la inasistencia, las calificaciones, y crucen esto con la ficha médica del centro de salud; cámaras de seguridad que midan la afluencia del tránsito; sistema financiero que proyecte los ingresos/egresos para los próximos meses, etcétera.
Estos casos son los más comunes; hoy, con inteligencia artificial, con internet de las cosas (IoT) y otras nuevas herramientas, se puede ser más disruptivo e innovador.
Para poder llevar a cabo la implementación de la modernización del Estado, es necesario planificar (segundo factor, “planificación”): qué es lo que necesitamos, cómo lo vamos a visualizar, cómo lo vamos a controlar, qué acciones correctivas se realizarán. Estas últimas surgirán de la observación de oportunidades de mejoras, que pueden derivar de procesos preexistentes o de cambios de comportamiento de la sociedad (tercer factor).
Las buenas prácticas municipales
En ese sentido es que introduzco el concepto de “buenas prácticas municipales (BPM)”. Este concentra los procesos y los indicadores comunes que debe tener cualquier municipio, que debe estar obligado a mostrar información que tiene que estar disponible para todos; desde la publicación de los presupuestos ejecutados, las compras, las declaraciones juradas de los funcionarios, niveles de endeudamiento, hasta la eficiencia energética, indicadores de performance de cada área y tasa de desempleo.
Además de la publicación de información, las BPM necesitan ser potencias implementando la participación ciudadana. Es sumamente necesario y enriquecedor escuchar a los vecinos, y hacerlos parte del diseño y la ejecución de ciertos programas. Ya no basta con votar cada cuatro años: como ciudadanos debemos ejercitar la cultura de informarnos y participar en políticas públicas, pasar del sujeto pasivo al sujeto activo.
Las BPM son más que transparencia, van más allá de la novedosa herramienta de Gobierno Abierto, introduce indicadores de bienestar, entre ellos, el ambiente, la salud y la educación, promoviendo el involucramiento de los vecinos.
Así lo plantea el Consejo de Europa: “Las municipalidades exitosas han entendido el valor de las buenas prácticas como una manera de probar la eficiencia en los servicios prestados y en el sostenimiento de la demanda por más descentralización”.
Concluyendo el concepto inicial, los gobiernos locales podrán ser cada vez mejores si generan información que sea compartida, que brinde una retroalimentación, cerrando un círculo virtuoso de mejora continua.
Esta es mi invitación: promover entre los actores sociales clave estas prácticas tan necesarias para la democracia.
Este artículo fue publicado originalmente en el diario La Voz del Interior.
El columnista autorizó a +Comunidad su replicación el 31/03/2023.
Imagen principal ilustrativa: KYOCERA Document Solutions.