Según cifras de Naciones Unidas, Guatemala es uno de los países latinoamericanos con mayor brecha de género. La exclusión es todavía mayor para las mujeres indígenas mayas que habitan en comunidades rurales, en donde la pobreza es un problema generalizado. Menos del 20% de las niñas logran graduarse de la secundaria y la mayoría inicia la maternidad antes de cumplir los 20 años.
Frente a este escenario, en 2017 surgió el Colegio Impacto MAIA, el primero de la región diseñado para conectar los talentos de las jóvenes mayas con las oportunidades del siglo XXI. “Todos los índices de desarrollo mejoran exponencialmente cuando más mujeres asisten al colegio y participan activamente de la sociedad. El mundo no puede esperar más para que las niñas y las mujeres alcancen su máximo potencial”, visualizan en la asociación guatemalteca que impulsa la iniciativa.
El proyecto apunta hacia la creación de un ecosistema de apoyo que satisfaga las necesidades de las niñas indígenas, históricamente marginadas en las zonas rurales del país. Teniendo como horizonte lograr un efecto sostenible a largo plazo, el Colegio Impacto de MAIA fue reconocido como una de las innovaciones educativas líderes en América Latina y el Caribe, por medio de la organización HundrED y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Liderazgo y empoderamiento
La escuela de MAIA está organizada en torno a un “programa holístico en educación”, que integra los talentos en el entorno académico, familiar y comunitario. A través del desarrollo de la resiliencia, las redes de apoyo y el pensamiento crítico, buscan multiplicar las voces femeninas empoderadas e impulsar una nueva generación de lideresas.
Según las propulsoras del Colegio Impacto, sus características innovadoras que le permitieron recibir reconocimiento internacional son:
1. Diseño impulsado por la empatía dirigida por el liderazgo y las educadoras del colegio, siendo ellas de las mismas comunidades y áreas que las estudiantes entienden su contexto ya que provienen de la misma área.
2. Énfasis en contenidos no académicos cruciales como competencias, capital social, educación en salud reproductiva, educación financiera y conciencia cívica.
3. El programa de participación familiar brinda acompañamiento socioemocional a las niñas y sus familias, e incluye visitas domiciliarias regulares.
4. Las aulas están centradas en el estudiante, enfatizando el dominio de siete competencias: pensamiento crítico, excelencia, resiliencia, mentalidad de crecimiento, empoderamiento vocal, cambio de código intercultural y negociación.
5. Usar la tecnología para mantener el impulso académico a través del aprendizaje remoto cuando sea necesario, como por ejemplo durante la crisis del coronavirus.
6. MAIA escala el impacto a través de asociaciones y comparte las formas más efectivas de liberar el potencial humano.
Niñas con participación activa
“Tzijonem – Voces de Cambio”, una iniciativa de empoderamiento liderada por las “Jóvenes Pioneras”, como llaman en MAIA a sus estudiantes, es un espacio que busca la ruptura de estereotipos en Guatemala y la generación de oportunidades mediante charlas profundas y redes de apoyo. “Tzijonem” significa “conversación” en el idioma maya kaqchikel.
“Para hacer estos cambios es necesario el involucramiento y la participación activa. Por eso intento conocer e informarme sobre temas y cosas que me ayuden a tener mejor desenvolvimiento. Desarrollar una voz empoderada es una herramienta que se convierte en una acción necesaria”, reflexiona Azucely, una de las primeras jóvenes en graduarse del Colegio Impacto de MAIA.
En un futuro cercano, el proyecto apunta hacia la escalabilidad mediante la difusión de buenas prácticas y el aprendizaje proactivo con otras organizaciones. MAIA ya compartió capacitaciones con más de 50 escuelas, y es miembro de dos redes globales: One World Network of Schools y She’s the First. También apoyó la creación de colectivos en Guatemala alineados con la inclusión y la prosperidad comunitaria.
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Imagen principal: niñas en la escuela de MAIA. Foto: MAIA.
Redacción +Comunidad.
