El verano de 2022 en el hermisferio norte es uno de los más calientes en la historia reciente. El continente europeo fue golpeado por olas de calor que le costaron la vida a cerca de 2.000 personas. Los termómetros también superaron cómodamente los 40°C en Asia y el norte de África, causando que numerosas actividades productivas se paralicen. Del otro lado del Atlántico, varias ciudades estadounidenses declararon los estados de emergencia.
Las noticias del estilo se repiten cada año. Un estudio de 2021 de la revista médica Lancet demostró que las muertes por altas temperaturas han aumentado un 74% desde 1980. Así, se han convertido en los fenómenos meteorológicos más peligrosos para la humanidad.
En mayo de 2021, Miami (Estados Unidos) se convirtió en la primera ciudad del mundo en crear el cargo de Chief Heat Officer, es decir, un área específica para tratar el calor extremo. Conscientes de su gravedad y vulnerabilidad, le siguieron Atenas (Grecia) y Freetown (Sierra Leona). Hoy el cargo ya existe en casi una docena de ciudades en todo el mundo, incluyendo a Santiago (Chile), Los Ángeles (Estados Unidos), Monterrey (México) y Phoenix (Estados Unidos).
La iniciativa es impulsada por el Centro de Resiliencia de la Fundación Adrienne Arsht-Rockefeller, en el Atlantic Council de Washington DC. Mauricio Rodas, uno de sus líderes, contó a +Comunidad los alcances de la acción y trazó posibles soluciones para paliar las consecuencias del cambio climático en las ciudades. “Es importante que existan áreas específicas en los municipios que atiendan la gravedad del asunto”, sugirió.
También se refirió al nuevo sistema en Sevilla, España, para dar nombre y categoría a las olas de calor, para así advertir a la población sobre sus riesgos.
– ¿Por qué empezamos a hablar de Chief Heat Officers?
– Si bien evidentemente el calor extremo es un problema que tiene que enfrentarse desde múltiples áreas de un municipio, es importante que exista un funcionario o un área específica que se dedique todos los días a trabajar en el tema en virtud de su gravedad. El calor extremo es el fenómeno derivado del cambio climático que mayor número de personas mata en comparación con todos los demás fenómenos climáticos en conjunto. Contar con un funcionario o un equipo dedicados específicamente a esto permite construir una alianza con múltiples actores, no solamente con las demás áreas municipales, sino con representantes del sector privado, de la sociedad civil, de la academia, etcétera, cuyos aportes son fundamentales.
– ¿Por qué cree que son importantes? ¿Serían necesarias en ciudades de todos los tamaños, todas las economías y todas las geografías?
– Nombrar Chief Heat Officers o establecer un marco institucional dentro del municipio para abordar los riesgos derivados del calor extremo es algo que se debería contemplar no solamente en ciudades grandes, sino también en las medianas y las pequeñas. Conforme, por supuesto, a sus posibilidades y a su realidad. Recordemos que el calor extremo tiene un sinnúmero de aristas, que van más allá de afectar la salud humana, que en sí mismo es lo más importante que un municipio debe proteger. Pero también tiene afectaciones serias en la economía y en el empleo. Por ejemplo, en los Estados Unidos, de acuerdo a un estudio que publicó nuestra organización, la Arsht-Rockefeller Foundation Resilience Center, en el 2020 hubo pérdidas que se estiman aproximadamente en U$S 100 billones por la reducción en la productividad laboral causada por el calor extremo. Esto nos da una idea de que el calor extremo también afecta severamente la economía y, por lo tanto, a los empleos.
– ¿Qué equipos necesitan tener las ciudades para atender los desafíos actuales y futuros sobre el calor extremo? ¿Cuál sería el “gabinete” ideal?
– Creo que es difícil establecer un modelo de gabinete que se ajuste a las realidades de todas las ciudades. Cada una tiene su propia especificidad y, por lo tanto, su diseño institucional debe responder a su realidad particular. Sin embargo, de modo general, creo que lo ideal sería que existan uno o más funcionarios dedicados a trabajar en construir esta gran alianza para enfrentar los riesgos del calor extremo. A través de la cual, para empezar, se pueda informar de manera adecuada a la población respecto del riesgo que representa el calor extremo y las medidas de protección que se pueden adoptar frente a ello. Y también adoptar acciones que son relativamente sencillas y que permiten a una ciudad estar mejor preparada ante los riesgos del calor extremo.
– ¿Qué tipo de medidas sencillas se pueden aplicar?
– Por ejemplo, promover planes para aplicar pintura reflectiva en los techos de las viviendas. Eso permite reducir la temperatura en su interior. Lo propio se puede hacer por ejemplo teniendo techos verdes y muros verdes en las construcciones. Aplicar pavimento reflectivo también contribuye a reducir la temperatura de la ciudad. Desarrollar planes de siembra de árboles que generen sombra y, a su vez, reduzcan la temperatura. También son medidas efectivas. Es decir, se puede planificar la ciudad de una forma tal que contribuya a enfrentar la amenaza que representa el calor extremo, misma que como sabemos, solo va a continuar incrementando en la medida que el cambio climático se agrave.
– ¿Qué le diría a aquellas gestiones locales que consideran que no es necesario crear un área específica para el tema? ¿O que no creen en el cambio climático?
– La evidencia es fundamental para adoptar medidas frente al calor extremo. Lo hemos visto hace pocas semanas: el Reino Unido rompió su récord de temperaturas, superando los 40°C. Es algo que no se pensaba que iba a ocurrir en ese país. Y lo peor es que no están preparados para afrontar este tipo de fenómenos. Allí solo cerca de un 5% de las viviendas tiene aire acondicionado, frente a un 90% en Estados Unidos.
Esto claramente nos indica que el calor extremo puede impactar a cualquier lugar del mundo y está ocurriendo ahora. Por lo tanto, basta simplemente analizar la evidencia de lo que está ocurriendo, y esto se está volviendo cada vez más común. El año pasado vimos como en Atenas, producto del calor extremo se generaron múltiples incendios forestales que generaron una gran devastación a la ciudad. Ejemplos de este tipo los vemos más y más. Y reitero: esta es una tendencia que continuará creciendo, porque el cambio climático se irá acentuando de mayor forma con el transcurso de los años. Por lo tanto, para aquellos que no creen que el cambio climático existe, es cuestión simplemente de prender el noticiero y mirar los hechos. Lo que está ocurriendo ahora es lo que los científicos predijeron hace al menos dos décadas. Y mucha gente no les puso atención. Yo creo que ahora es momento de hacerlo y escuchar lo que los científicos señalan en la actualidad respecto de lo que va a ocurrir con respecto al cambio climático, si no adoptamos medidas urgentes para frenarlo.
– ¿Qué iniciativas en marcha puede mencionarnos al respecto?
– En las ciudades el riesgo del calor extremo es mayor como resultado de las construcciones, los pavimentos, los vehículos, los aires acondicionados y las emisiones que calientan el ambiente. En las zonas urbanas existe menos vegetación que en el campo, lo cual también contribuye a que sean más cálidas. Pero también es en las ciudades donde se pueden adoptar soluciones innovadoras y efectivas. Nosotros, en el Adrienne Arsht-Rockefeller Foundation Resilience Center estamos justamente promoviendo este tipo de soluciones a través de una iniciativa llamada Silly champions for Heat Actions (Ciudades líderes en la acción contra el calor extremo). Y una de esas soluciones es precisamente la implementación de sistemas para nombrar y categorizar olas de calor, tal como desde los años 50 por ejemplo viene ocurriendo con los huracanes en algunos países, y esto ha sido muy efectivo. La idea es que al nombrar una ola de calor, la gente la pueda identificar con mayor facilidad. Y al ponerle una categoría, de acuerdo a su nivel de riesgo, la gente podrá adoptar las medidas de precaución que correspondan. Y la ciudad puede también poner en marcha una serie de acciones de emergencia para afrontar el hecho.
En la ciudad de Sevilla, que es la primera ciudad en desarrollar este sistema para nombrar y categorizar olas de calor, se identificó a la primera ola que recibió el nombre de Zoe. Y eso permitió que el Ayuntamiento de Sevilla genere una serie de comunicados para que la población adopte determinadas medidas de prevención y también puso en marcha una serie de acciones de emergencia.
– ¿Cuáles son este tipo de acciones de emergencia que se pueden adoptar por parte de un Ayuntamiento?
– Pueden establecerse puntos de distribución de agua, pueden dotarse de mayor personal en las salas de emergencia, se pueden habilitar espacios cerrados de la ciudad como centros de enfriamiento para acoger, por ejemplo, a personas en situación de calle que sufren de manera particularmente aguda los estragos del calor extremo, entre otras acciones. Por lo tanto, nombrar y categorizar olas de calor puede convertirse en un instrumento muy efectivo para proteger a la población de sus riesgos y, en ese sentido, esperamos que ese tipo de medidas se repliquen en diferentes lugares del mundo. Ya existen algunas que han mostrado su interés en hacerlo. Y representan acciones relativamente sencillas, tremendamente costo-efectivas para salvaguardar no solamente la salud de las personas a nivel urbano, sino también la economía y los empleos.
En estos links podés leer más sobre los Chief Heat Officers y Mauricio Rodas. ¿Qué medidas aplica tu ciudad para combatir el calor extremo? Por ejemplo, en Viena crearon en 2019 “calles frescas” que incluyen el rocío de agua con duchas y parques nuevos con más áreas verdes. Una estrategia similar aplica Barcelona en 2022 mediante la instalación de “refugios climáticos” para resguardar a la población ante las olas de calor.
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Imagen principal: La población busca refrescarse en las fuentes de París, en donde las temperaturas alcanzaron los 40°C. Fuente: Reuters.
Redacción +Comunidad.