animal
Por Guillermo Bonessi (*)
Habitantes del barrio Carlos Berg, en General Pico, provincia de La Pampa (Argentina), llevaban años reclamando por el traslado de una canilera cercana debido a los constantes aullidos, los malos olores y el riesgo que representaban algunos animales peligrosos. Este malestar culminó en una acción participativa en 2019, impulsada por la comunidad, para alcanzar una solución que conjugue la tranquilidad vecinal con el bienestar animal.
Así lo cuenta Irma Rosales (39), ama de casa, mamá de Manuel (12) y Candela (8); y vecina con 16 años de residencia en el barrio. “No veíamos la hora de que trasladen la canilera. Desde que estamos acá con mi familia, siempre tuvimos dificultad para dormir porque los perros se la pasan aullando toda la noche. Además, dependiendo de dónde venía el viento, se sentía un olor muy fuerte”, recuerda.
Los temores por vivir cerca de un lugar con esas características eran crecientes. “Se ve que los animales no estaban muy bien. Algunos perros eran agresivos; de vez en cuando se escapaban y eran un peligro para los niños y nuestras mascotas. La verdad es que ahora vivimos mucho más tranquilos. Y es una gran alegría saber que somos escuchados”, reflexiona Irma.
Un proyecto que involucra a la comunidad y la universidad
Con la premisa de resolver esa situación, se comenzaron a analizar alternativas contemplando la posibilidad del traslado de ese espacio, en el que trabajaban en forma conjunta una asociación protectora de animales y el municipio local. En este punto se planteó la articulación interinstitucional con la Universidad Nacional de La Pampa y su Facultad de Ciencias Veterinarias.
La universidad cedió una hectárea de un propio predio, con el objetivo de no sólo albergar a perros abandonados, sino también de integrar proyectos de extensión e investigación entre las instituciones. Además, el espacio debía servir como un recurso educativo, facilitando la participación de estudiantes en diversas materias.
Agustín Vitali, director de Infraestructura y Obras Municipales, estuvo a cargo de la construcción. “Logramos concluir una obra de las que hay muy pocas en el país. Y lo bueno es que solucionó un problema de todo ese sector, que son los barrios Frank Allan, Carlos Berg, Pacífico. Estaba en el medio de la ciudad y había gente que no pegaba un ojo en toda la noche”, señaló.
Con respecto al momento de iniciar el proyecto agregó: “Después de este convenio que se hizo con la Facultad, hubo que hacer una intervención mayor por la distancia y el lugar, que fue alambrar, forestar, preparar el terreno y llevar energía para poder implantar la obra. Hoy tiene capacidad para 198 perros”.
Un refugio planificado para el bienestar animal
El establecimiento cuenta con una hectárea de superficie con 24 caniles “comunitarios”, divididos en cuatro naves. Están separadas por pasillos intermedios, de cinco metros de ancho, por 10 metros de largo, con techo de chapa con pendiente. Este sector posee paredes de material en todo el fondo y en parte de sus laterales. El resto de las paredes son de alambre romboidal, con zócalos de concreto, puertas de hierro y alambre.
A diferencia del espacio anterior, que contaba con suelo de tierra, el piso de las nuevas instalaciones tendrá una parte de cemento donde pueden guarecerse y protegerse en caso de lluvias. Además, hay dos tanques elevados con ocho canillas para su limpieza y riego.
De la misma manera, dispone de 30 caniles “individuales” de dos metros de ancho por cuatro metros de largo, con las mismas características que los anteriores. También funciona un depósito para herramientas, alimento y materiales de cirugía; y una oficina para el personal.
Como siempre, las mejores soluciones para una comunidad se construyen en conjunto, con compromiso y visión de futuro. En este caso, con beneficios para los vecinos de un barrio populoso de la ciudad y de animales abandonados por sus dueños.
En este sentido, es necesario hacer hincapié en la mitigación de problemas preexistentes, fomentando la adopción responsable de mascotas, recomendando que a la hora de elegir un animal de compañía para tener en casa se deba tener en cuenta un buen resguardo con el objetivo que no se escape ni cause ningún tipo de inconveniente en la vía pública. Siempre se debe evaluar el contexto familiar, es decir, si hay niños, niñas o personas mayores.
(*) Guillermo Bonessi es coordinador gráfico de la Dirección de Comunicaciones en la Municipalidad de General Pico.
Esta nota se publica en el marco de la primera edición del Programa Periodismo de Ciudades, impulsado por +COMUNIDAD y la Red de Innovación Local (RIL).