municipios
Alejandro buscaba ayuda para hacer frente a sus adicciones, una psicóloga le sugirió acercarse a un centro de recuperación que hay en un barrio periférico de su ciudad. Como él vivía en una zona céntrica, no era fácil integrarlo al grupo, por eso antes lo invitaron a una actividad como colaborador, a la que asistió con buena predisposición.
Después de esa experiencia empezó a recibir y dar ayuda a quienes lo siguieron, al punto tal de convertirse en una “persona puente”, que es aquella que acompaña a otras. Hoy colabora con las actividades que ofrece el centro, su rol es importante: conoce el lenguaje, la forma de acercarse y generar vínculos con las personas que asisten.
Con ayuda del Hogar de Cristo y la Municipalidad de Gualeguaychú, en Entre Ríos, Alejandro consiguió trabajo, se integró en la sociedad y siguió sus pasos en el centro. Su historia es una entre tantas otras que demuestran que los consumos problemáticos son un desafío social, que requiere un enfoque integral y colaborativo para su abordaje.
Tender un puente entre centros y municipios
“El intendente anterior no se acercaba a la organización porque tenía miedo de ser rechazado, pero un día lo superó, se acercó y empezó su vínculo. Para él fue muy transformador porque pudo ver la realidad y necesidad de la que le hablábamos”, recuerda Dardo Caraballo, médico y referente del Hogar de Cristo Gualeguaychú.
Desde ese día la organización y el municipio articulan diferentes acciones: la primera fue el mejoramiento del terreno en donde hoy funciona el Refugio San Francisco. “Ese espacio recibe a más de quince personas y podemos usarlo como un aeropuerto, un lugar donde aterrizan y despegan muchas de ellas”, explica y celebra Caraballo.
Otro impacto importante que generó la articulación con el municipio fue la oportunidad de ofrecer empleo a las personas que ya están listas para reinsertarse en la comunidad. Desde Brota, su cooperativa de trabajo, firmaron un convenio que les permite prestar servicios de construcción y realizar determinadas obras públicas en la localidad.
“El primero que confió en esta propuesta fue el municipio, que nos permitió trabajar en la realización de veredas y contagió a otros espacios a hacerlo. Si el municipio no se animaba a abrir esa puerta, para nosotros hubiera sido mucho más difícil hacerlo, su rol fue protagónico en este tema”, comenta Elisa Altuna, politóloga y referente del hogar.
Dardo, Elisa y las personas que trabajan en los centros barriales son conscientes que solos no pueden hacer todo el trabajo que lleva abordar los consumos problemáticos“. “De esa manera logramos trabajar en que la sociedad también acepte a estos vecinos en lo que es el plano laboral, fue un camino de ensayos y errores”, confiesa la politóloga.
Por último los referentes reflexionan que hay que empezar a acompañar con los recursos que se tienen a la mano. De lo contrario quedan inmovilizados. “Pensar en todo lo que no se tiene representa una limitación. Pero empezar a acompañar así sin más, hace que los recursos empiecen a acercarse”, expresan.
Hogar de Cristo Gualeguaychú
El Hogar de Cristo hace más de diez años acompaña de forma general a personas con problemas de adicción y a sus familiares. A partir de la asistencia alimentaria y psicológica. Trabajan a través de cuatro centros barriales, un espacio para la primera infancia, un refugio, una cooperativa de trabajo y un grupo para personas privadas de su libertad.
Dardo Caraballo, médico referente del Hogar de Cristo Gualeguaychú, cuenta que al ver cómo las adicciones crecían en la ciudad empezaron a acompañar “desde lo simple”. “Con un grupo de personas interesadas empezamos a dar charlas en los colegios. Pero nos dimos cuenta que eso no tocaba las heridas que veíamos y experimentábamos”.
Decidieron instalarse en Barrio Norte. Uno de los barrios más poblados de la ciudad, para generar la cercanía y presencia que les demandaba esta problemática local. “Empezamos a notar el interés del barrio, de las organizaciones y del municipio. Por dar una respuesta real y sostenida en el tiempo a esta realidad”, agrega el médico.
Elisa Altuna, politóloga y referente del Hogar de Cristo Gualeguaychú, explica que por medio de sus dispositivos trabajan con diferentes equipos de profesionales afines. Desde personas educadoras, terapeutas ocupacionales, trabajadoras sociales, enfermeras, abogadas y médicas, entre otras para lograr ese abordaje integral.
La dinámica de trabajo se rige por tres verticales. La primera son las “personas puentes”, que son aquellas que les ayudan a acercarse a otras con adicciones. La segunda es la “presencia y vínculo”, en donde la idea es habitar el territorio. Y la tercera son los “problemas comunes”, que son esos temas que necesitan abordarse.
“En la organización somos cerca de sesenta personas, cada dispositivo tiene su equipo de trabajo y planificación y evaluación anual”, comenta Altuna sobre el organigrama. “Ofrecemos diferentes talleres, desde carpintería y herrería, a cocina y deportes, en estos espacios lo importante es la impronta y calidez de cada tallerista”, resalta.
Trabajo con municipios: la experiencia de Bahía Blanca
En la ciudad de Bahía Blanca, en la provincia de Buenos Aires, también funciona un Hogar de Cristo. Con el propósito de acompañar a personas que padecen adicciones. Andoni Freije, su coordinador, cuenta: “Tenemos dos espacios, en uno de ellos trabajamos con una política pública nacional, que responde a la Sedronar”.
“El desarrollo comunitario es el único camino que compite con el de los consumos problemáticos, por eso queremos generar espacios de encuentro con las personas. Pero para eso necesitamos acciones mucho más rápidas para atender estas situaciones, por eso buscamos articular con el municipio”, explica Freije.
Enrique González, Coordinador de Hogares de Cristo, agrega: “Descubrimos que necesitamos acercar herramientas desde lo público y privado para abordar el tema. Pero también entender a la comunidad como un instrumento más que ayuda a reconstruir el vínculo con las personas que padecen consumos problemáticos”.
Municipios que acompañan
María Delia Álvarez, Subsecretaria Desarrollo Social y Territorial de la Municipalidad de Bahía Blanca cuenta que iniciaron la nueva gestión con el deseo de acompañar esta problemática. “Nuestro propósito es crear un programa, junto a la Secretaría de Salud, con una mirada comunitaria que reconstruya los vínculos sociales que estas personas perdieron”.
Martín Napal, Sub Director Desarrollo Comunitario de la ciudad agrega: “Nuestro rol también es gestionar potenciales financiamientos para sostener estos programas”. “Nuestra intención es trabajar en red porque entendemos, al igual que las organizaciones de la sociedad civil, que los municipios solos no puede hacerse cargo”.
Los consumos problemáticos emergieron como un desafío multidimensional, que requiere una comprensión profunda y un abordaje integral para generar impacto. En esa línea, cada vez son más las ciudades que, desde sus municipios, están diseñando e implementando políticas y programas dirigidos a afrontar estas situaciones.
¿Tenés una historia para contar? ¡En +COMUNIDAD nos gustaría conocerla!
Imagen principal: Hogar de Cristo Gualeguaychú.