La combinación entre una ola de calor sin precedentes y la falta de lluvias por las sequías hizo que las regiones más productivas en la llanura Padana, en el norte de Italia, se convirtieran prácticamente en desiertos. Los principales ríos lucen secos y las pérdidas agroindustriales se calculan de a millones.
La crisis hídrica es, en julio de 2022, la peor en 70 años. El estado de emergencia se extiende a cinco regiones y el gobierno nacional anunció ayudas extraordinarias hasta que finalice el año. El daño es tal que las aguas del río Po, el principal de Italia, se han salinizado varios kilómetros cerca de su desembocadura en el mar. El caudal se encuentra en mínimos históricos.
Ante la gravedad de la situación, los gobiernos locales solicitan cambios de comportamiento para afrontar la sequía de verano en las áreas afectadas. Y, en muchos casos, bajo la amenaza de aplicar sanciones severas.
En Verona se imputan multas de hasta 500 euros por despilfarrar agua y en Milán, el centro financiero de Italia, se prohíbe lavar autos o regar jardines (también se apagaron las fuentes ornamentales). En Castenaso, cerca de Bolonia, las peluquerías ya no pueden lavar dos veces el cabello de sus clientes y en San Severino una ordenanza sugiere usar el agua de cocción de la pasta para limpiar los platos.
Situación crítica en Europa
Según el Instituto Nacional de Estadística de Italia, el 36% de las reservas de agua del país se pierden por el mal estado de las tuberías y del sistema de almacenamiento. Pero también subyace una cuestión de consumo: con 245 litros diarios por persona, es el segundo país de Europa que más utiliza el bien cada vez más escaso.
Un tercio de la producción italiana de alimentos está bajo amenaza. Incluso peligra la producción de los típicos quesos parmesanos por la falta de agua para las vacas lecheras. Además, la energía hidroeléctrica ha caído drásticamente.
Otros países europeos severamente afectados por las sequías son España, Portugal y Francia. Según un estudio de Nature Geoscience, el calentamiento global ha afectado al anticiclón de las Azores, el sistema natural que produce lluvias en el oeste del continente. Por ello, se espera que la agricultura de la región se vea resentida.
Cambios de comportamiento: un caso exitoso
Ciudad del Cabo, Sudáfrica, fue en 2017 la primera megaurbe del mundo en quedarse sin agua. La peor sequía de su historia hizo que el gobierno local implementara, entre otras medidas, una estrategia innovadora para cambiar los comportamientos de sus más de 4,6 millones de habitantes.
Gracias a un monitoreo continuo, que incluyó campañas de comunicación basadas en datos, las autoridades constataron que algunas actividades de la ciudadanía, como el riego de jardines y el uso de piletas, eran las que más consumían agua (y no otras que eran difundidas entre la población). Así, en solo tres años lograron reducir en más del 50% el desperdicio.
Sequías en otras naciones
La crisis climática es mundial y afecta a países en todos los continentes. En México, por ejemplo, los estados del norte padecen un nivel de estrés hídrico “extremadamente alto”. “El aumento de la frecuencia de las sequías en zonas que ya son áridas ha puesto en riesgo el acceso al agua potable y de riego. Los gobiernos locales enfrentan grandes retos para garantizarla”, advierte la especialista Lisbeth Camacho Téllez.
En junio de 2022 las contradicciones se hicieron notar: mientras que el sur de México se preparaba para desechar agua dulce de algunas represas por el aumento de lluvias, la sequía persistía en las regiones del norte.
En esta nota de +Comunidad podés conocer distintas estrategias aplicadas para abastecer de agua a comunidades rurales y urbanas en donde su acceso es escaso.
Imagen principal: el lecho del río Po se ha secado. Fuente: AFP.
Redacción +Comunidad.