Sobre las hojas lisas de un cuaderno anillado, de tapa blanda marrón, los últimos días de abril de 2023, Agustina anotó un deseo que resumió en seis palabras breves y precisas. Lo hizo después de escuchar la experiencia de Los Espartanos, un programa que a través del rugby impulsa la integración social de personas privadas de su libertad.
Siete meses más tarde llegó con ese anhelo, al anexo femenino de la Unidad N° 13, del Servicio Penitenciario Bonaerense, ubicado en la ciudad de Junín, en Argentina. Frente a veinte mujeres desconocidas, a quienes les propuso primero hacer una ronda, les contó sin vueltas su idea: dar un taller de hockey, todos los jueves, cada quince días.
Agustina De Miguel, Secretaria de Gobierno de la Municipalidad de Junín, cuenta que a través del Proyecto Alas Hockey busca transferir los valores que transmite el deporte. Algunos de ellos son el cuidado personal del cuerpo, el respeto hacia otras personas, la gestión de las emociones, el cumplimiento de las reglas y compromiso por la actividad.
Los cimientos de Alas Hockey
“Este es un proyecto que encaré de forma personal, y que llevo adelante con un grupo de amigas, es una iniciativa privada, que no viene de la mano de la gestión pública. Comenzó en marzo de este año, cuando el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, a través del Ministerio de Justicia y Seguridad, nos autorizó a hacerlo”, explica De Miguel.
El primer paso para construir los cimientos de esta propuesta, fue conversar con profesionales que tenían experiencia trabajando con personas privadas de su libertad. “Charlé con el primer profesor de educación física del Servicio Penitenciario de Junín, que trabajó en el lugar durante 36 años, para que me diera los sí y los no de esta idea. También tuve una serie de conversaciones con dos profesores actuales, pero francamente no quisimos hacer una antesala muy profunda”, aclara la abogada.
Además tuvieron una reunión con la persona responsable de la Unidad N° 13, que les anticipó que estaban por hacerle frente a una experiencia compleja. “Nos dijeron que el grupo femenino es más difícil que el masculino, porque una vez que la mujer delinque ya perdió todo en la vida, por eso no es fácil motivarlas”, agrega Agustina De Miguel.
El modelo “Los Espartanos”
La primera vez que el abogado Eduardo “Coco” Oderigo visitó el penal de máxima seguridad de San Martín, en la provincia de Buenos Aires, fue en marzo de 2009. Después de ver cómo vivían en el lugar pensó que tenía que hacer algo, días más tarde volvió con una pelota de rugby y entrenó a quince personas privadas de su libertad.
Ese fue el puntapié para la creación del Programa Espartanos, que busca promover la integración social de personas privadas de su libertad, a través de la práctica del rugby. La iniciativa, además, aspira a impulsar la inclusión laboral a través de la educación formal, técnica y generación de oportunidades de trabajo en empresas aliadas.
La Fundación Espartanos cree que su programa es clave para bajar los índices de reincidencia delictiva del 65% al 5%, y también los niveles de violencia en las cárceles. En la actualidad el programa se replica en 44 penales de Argentina, y también en 16 unidades de otros países como España, Chile, Uruguay, El Salvador, Perú y Kenia.
Los desafíos de trabajar con mujeres presas
El principal desafío que tiene Alas Hockey, según De Miguel, es saber y entender que están frente a una población que atraviesa una situación humana muy compleja. “Son personas que perdieron las esperanzas, entendemos los prejuicios y enojos que las rodean, pero si queremos que no vuelvan a delinquir hay que reeducarlas”, agrega.
“Desde ese lugar copio la idea de Coco, él encendió en mí esa llama para emprender este proyecto y la Red de Innovación Local me dio las herramientas para hacerlo. Hay que animarse a trabajar por toda la comunidad, eso incluye a las personas privadas de su libertad, son seres humanos, existen y tienen los mismos derechos”, reflexiona.
En ese sentido la Secretaria de Gobierno de la Municipalidad de Junín expresa que, otro desafío para quienes están detrás de esta iniciativa, es asumir que no hay excusas. Agustina De Miguel comenta: “Todos los jueves, cada quince días, es una incertidumbre saber si salen o no las chicas, pero nosotras vamos y llegamos con algo armado”.
El impacto de esta iniciativa
Las veinte mujeres que conviven en la unidad penitenciaria asistieron a su primera clase de hockey, en palabras de De Miguel: “Con la timidez y lejanía esperable”. Recuerda que les propuso hacer una ronda, igualarse y a partir de ahí junto a sus compañeras les contaron cómo era el deporte, sus posturas y conductas.
Después de la clase les acercaron unos papelitos con preguntas anónimas sobre cuáles eran sus expectativas sobre el taller, que respondió una mujer en el tercer encuentro. Pero la respuesta les dio la premisa de que esa semilla que plantaron quizá ya estaba germinando: “Ese papelito decía que tenga continuidad el proyecto”, dice la abogada.
Al terminar cada clase las mujeres les piden por favor que vuelvan, y si es posible todos los días, también les agradecen porque saben que el trabajo que hacen es ad-honorem. “También nosotras esperamos que este proyecto continúe y sea sustentable, nuestro principal objetivo es poder sostenerlo y no soltarlo”, concluye su ideadora.
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Imagen principal: Proyecto Alas Hockey