Si dirigieras una ciudad y tu equipo recibe 100 árboles en donación, sin ningún tipo de condicionamiento, ¿qué harías con ellos? Esto fue lo que ocurrió en 2022 en 17 ciudades argentinas de todas las regiones del país, con diferentes necesidades y situaciones forestales. A las propuestas tradicionales –plantar los ejemplares en calles, plazas y parques–, las elecciones de los gobiernos municipales sumaron reservas naturales, nuevas urbanizaciones y bicisendas.
En el municipio bonaerense de General Las Heras, los árboles sirvieron para parquizar un nuevo paseo deportivo, construido sobre el predio de un ex basural. “Se trata de una puesta en valor que contará con un módulo lúdico, un módulo sustentable y otro de recreación. Se colocarán bancos, cestos de basura, juegos, postas saludables, luminarias y pérgolas. También se construirán baños y un salón de usos múltiples. Como obras complementarias habrá una eco bicisenda y puentes de hormigón”, detalló Nicolás De Rose, subsecretario de Gobierno de la ciudad.
El paseo recreativo, dividido en cuatro estaciones, está pensado como un nuevo espacio verde para Las Heras, partido habitado por cerca de 18.000 personas. Además de los árboles y arbustos autóctonos de la región, el proyecto prevé un vivero municipal. “Tiene un componente productivo, que consiste en un invernáculo, un umbráculo y sus correspondientes herramientas”, precisó el funcionario municipal.
Un proceso ambiental y educativo
En Jesús María (Córdoba), los 100 árboles donados se sumaron al proceso de reforestación de la Reserva Parque del Oeste. El espacio, de casi 100 hectáreas y ubicado a la par del centro de la ciudad, había sufrido un proceso de pérdida de especies nativas. “Lo bueno es que se pudo trabajar con escuelas de la ciudad que visitaron la reserva. Participaron en distintas actividades que tenían que ver con el proceso de reforestación. Entonces fue un proceso ambiental y educativo al mismo tiempo”, valoró Marianela Piazzano, secretaria de Educación y Desarrollo Humano del gobierno municipal.
Hacer realidad el área protegida–“hídrica, recreativa, natural, cultural, municipal y ecológica”, como la definen en Jesús María– llevó más de 10 años. Nació como un proyecto vecinal que buscaba proteger la frondosa naturaleza que bordea el río Guanusacate, al suroeste del municipio. En 2015, el lugar se vio severamente afectado por inundaciones que destruyeron viviendas y vegetación.
“Lo que se preserva es todo, no sólo la flora y la fauna. También los suelos y los minerales; es todo un ecosistema que esperamos proteger y mejorar. Por ejemplo, hay muchos lugares invadidos por especies exóticas, y hay que hacer parches de extracción y reforestación para recuperar las plantas y especies nativas”, detalló durante la inauguración del espacio (octubre de 2020) Macarena Alzogaray, guardaparques de la Reserva.
El compromiso de la ciudad es doble: ofrecer un lugar de recreación para la ciudadanía, pero sobre todo mantener lo más virgen posible uno de los mayores pulmones verdes en Jesús María. Por lo tanto, los nuevos árboles autóctonos ayudan a mantener las actividades naturales en el espacio, como el avistaje de aves y apreciación de la flora.
Los árboles y sus alternativas urbanas
“Las preferencias de las ciudades dan pistas sobre las necesidades de forestación urbana en Argentina”, sostuvieron en Klimber, la empresa que apoyó financieramente la edición 2022 del Programa de Forestación Público-Privada de la Red de Innovación Local (RIL). En total, se entregaron 1.610 árboles en General Las Heras, Jesús María, Venado Tuerto, Corrientes, Alvarado, Rawson, San José, Jujuy, Laprida, San Luis, Corrientes, Alvarado, Las Flores, Sunchales, Corrientes, San Fernando del Valle de Catamarca, Campo Santo, Catriel, Wanda y Lomas de Zamora. La población beneficiada es de más de 700.000 personas.
La idea es alcanzar a 40 municipios argentinos con el objetivo de multiplicar, en forma sustentable, la disponibilidad de espacios forestados en las áreas urbanas de gestión pública. Además, el proceso sirvió para analizar –seguimiento mediante– qué tipo de acciones encaran las ciudades cuando reciben los árboles y pueden plantarlos según sus propias percepciones y necesidades.
“Las acciones propuestas por los gobiernos locales se encuentran en casi todos los casos enmarcados en planes de forestación ya existentes. Para varios municipios, el programa les ha permitido encarar forestaciones que tenían planeadas pero se mantenían pendientes, en general por falta de fondos. Para otros tantos, el valor de la participación no reside tanto en la solución ofrecida frente a la escasez presupuestaria (al fin y al cabo, 100 árboles no representan una suma significativa en términos monetarios), sino por la preferencia de dar lugar a la participación privada en las políticas públicas”, observaron desde Klimber.
Espacios más verdes
Las opciones más elegidas estuvieron relacionadas con las calles, las plazas y los parques. En San Luis, por ejemplo, los ejemplares se utilizaron para reponer y renovar la zona céntrica. San Salvador de Jujuy, por su parte, utilizó los árboles donados para dar comienzo a la forestación de un parque de 15 hectáreas en el barrio Alto Comedero. En tanto, San Fernando del Valle de Catamarca y Campo Santo (Salta) optaron por forestar las calles de nuevas urbanizaciones que aún no contaban con protección arbórea.
Ciudades de diferentes regiones (Catriel en Río Negro, Wanda en Misiones, y Lomas de Zamora en el conurbano bonaerense) plantaron los árboles a lo largo de bicisendas recientemente construidas. Y así como Jesús María, Corrientes decidió utilizar la donación para arborizar un área protegida municipal. Se trata de la Reserva Santa Catalina, un nuevo espacio de 200 hectáreas que aspira a ser el principal pulmón verde de la población de la capital. Ya en octubre de 2022, algunos ejemplares nativos –como ceibo, ibirapitá, inga, lapacho negro, lapacho amarillo y jacarandá– fueron colocados en un paseo costero.
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Imagen principal ilustrativa: Reserva Parque del Oeste, Jesús María.
Fuente: Córdoba Turismo.