Residir en una ciudad pequeña no tiene por qué ser sinónimo de vivir sin internet o con una conexión deficiente. Con el avance del siglo XXI a pleno, casi no existen actividades que escapen a la necesidad de este servicio, considerado esencial y un derecho humano. Así, cada vez más localidades de América Latina –alejadas de los grandes centros urbanos– toman nota de la importancia de facilitar la conectividad.
En Lobería, partido habitado por menos de 20.000 personas en el sur de la provincia de Buenos Aires, el gobierno local diseñó un plan para conocer a ciencia cierta las características y la calidad del acceso a internet fijo y móvil en los hogares de la ciudad. Con todos los datos sobre la mesa, se propusieron pensar qué acciones públicas y privadas son las más necesarias para mejorar los servicios y dar más oportunidades a la población.
¿Qué pasa en las calles y en los hogares?
Para lograr sus objetivos, la Municipalidad de Lobería realizó en 2022 dos relevamientos: uno entre las empresas prestadoras del servicio y otro entre la población en general.
El primero buscó conocer con mayor detalle cuál es la infraestructura desplegada en la localidad. Es decir, por dónde pasan los distintos tendidos y nodos, además de la tecnología de los equipos utilizados y el ancho de banda provisto.
Toda la información fue volcada en mapas y documentos técnicos con datos provistos por las compañías operadoras. Esta tarea contó con la asistencia de la empresa NEC, aliada al programa Ciudades del Conocimiento de RIL.
Por otro lado, el plan de Lobería necesitaba saber qué pasa en los hogares. “Ponemos en marcha un censo de conectividad con el objetivo de relevar información acerca de este servicio y elaborar un mapa de calor que permita conocer la situación real de internet en nuestra ciudad. Además, estos datos colaborarán para impulsar y acompañar nuevas políticas públicas que mejoren el servicio”, decía en agosto de 2022 María Belén Goyhenespe, directora de Modernización y Tecnologías en Lobería.
Este relevamiento ocurrió durante los días siguientes, alcanzando de forma digital y presencial a 902 hogares, entre un total de 4.500. ¿Cuál es el grado de satisfacción de los vecinos con sus servicios de internet fijo y móvil? ¿Cuáles son los principales tipos de conexión elegidos? ¿Y qué hay de la brecha digital?
Iniciado el 2023, con los primeros resultados sobre la mesa, en Lobería detectaron que más del 99% cuenta con algún servicio de internet. Y si bien la conformidad en general es elevada, un porcentaje considerable de ciudadanos espera poder conectarse pronto a la fibra óptica. Este tipo de conexión ya es el más elegido en las casas, pero sólo existe un prestador y todavía no llega a todo el municipio.
Experiencias variadas
Así como Lobería, otras ciudades pequeñas o zonas rurales implementan acciones público-privadas para lograr una mejor conectividad, romper el aislamiento y retener a sus poblaciones. Es el caso de Crespo (Entre Ríos, Argentina, 22.000 habitantes), que también realizó en 2022 un relevamiento entre operadores y hogares –sumado a otras medidas– en el marco del programa Ciudades del Conocimiento.
En la provincia de Mendoza, el gobierno de Lavalle implementa desde 2019 políticas para llevar internet a la región árida del secano, habitada de forma dispersa por 12 comunidades. Para las zonas más urbanas, el servicio llega a ser de fibra óptica, mientras que para las áreas más alejadas se logró instalar torres que transmitan la conexión por aire.
Existen otras formas de lograr mayor conectividad entre la población, sobre todo cuando la fibra óptica y los servicios aéreos no pueden alcanzar a todos los hogares. Por ejemplo, en 2020 el municipio de Catriel (Río Negro, 18.000 habitantes) puso en marcha el “Proyecto WiFi”. Instaló 20 puntos de internet libre en distintos espacios de la ciudad, para así reducir la brecha digital y permitir conectividad pública.
Fuera de Argentina, en San José de Chiquitos (Bolivia, 28.000 habitantes), se implementó en 2015 un proyecto público-privado para mejorar la conectividad en la zona rural. Utilizando tecnología de enrutamiento inalámbrico, ha logrado conectividad de banda ancha para un alto número de hogares y comunidades. Experiencias similares vivieron San José de Jáchal (Paraguay, 15.000 habitantes) y San Rafael (Antioquia, Colombia, 15.000 habitantes).
En todos los casos, la conectividad a internet se logró a través de la colaboración entre los gobiernos locales y las empresas privadas. Requirieron inversiones iniciales significativas que, a largo plazo, resultan beneficiosas para la comunidad y la economía de la ciudad.
Imagen principal: Unsplash