Según datos obtenidos por el censo 2022, en la República Argentina habitan más de 46 millones de personas. De ese total, al menos el 92% reside dentro de unas 1000 ciudades distribuidas a lo largo y lo ancho de todo el territorio. Sin embargo, su concentración es desigual entre las regiones y, por lo general, las capitales centralizan la población en las provincias.
Como resultado, en Argentina conviven dos tendencias dispares: la densidad poblacional es baja, pero el país tiene una de las tasas de urbanización más altas del mundo. ¿Qué implica esto? Mientras existen inmensas porciones del territorio sin habitantes, alrededor del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), y en apenas otros pocos lugares, se concentran millones de personas.
Por diferentes circunstancias históricas y económicas, la mayoría de la población argentina elige desarrollar sus vidas alrededor de los centros urbanos. En consecuencia, cada vez más pueblos y ciudades pequeñas se ven obligados a reinventarse para no desaparecer. El desafío, entonces, es mantenerse como lugares atractivos para residir.
“La persona del pueblo que se siente obligada a emigrar en busca de oportunidades laborales corta sus raíces culturales y el desarraigo lo acompaña durante el resto de su vida. Y en las ciudades suelen obtener empleos mal remunerados”, analiza la investigadora Marcela Benítez, fundadora de la asociación Civil Responde (Recuperación Social de Poblados que Desaparecen).
Sobre esa misma línea, otra particularidad nacional es que el 60% de la población habita en los llamados aglomerados urbanos, que son 33. Se trata de regiones urbanizadas que se extienden a lo largo de varias divisiones administrativas, absorbiendo a su paso a localidades más pequeñas bajo una misma mancha.
Ciudades grandes
Sólo 24 ciudades argentinas superan los 150.000 habitantes. Y cinco aglomerados reúnen a la mitad de la población del país: AMBA, Gran Córdoba, Gran Rosario, Gran Mendoza y Gran San Miguel de Tucumán.
“Argentina es un claro exponente latinoamericano de rápida urbanización y concentración en grandes ciudades. Sus altos niveles de urbanización surgen de un proceso evidente ya a fines del siglo XIX”, repasa un informe de la Jefatura de Gabinete del gobierno argentino. Allí se relevan algunos de los factores que explican las características del sistema urbano argentino.
Con matices propios de cada realidad local, estas ciudades grandes comparten desafíos comunes. Entre ellos, las desigualdades socioeconómicas entre sus distintos barrios, el manejo del transporte público, el equilibrio ambiental y el alcance de los servicios básicos de infraestructura.
“La localización de los hogares de menores ingresos en las áreas periféricas de las ciudades, con acceso limitado a bienes y servicios públicos y a oportunidades de empleo, constituye una limitación estructural para superar la pobreza”, advierte el informe “Diagnóstico sobre ciudades y desarrollo urbano – Argentina 2030”, elaborado en 2017 por Cynthia Goytia y Marcela Cristini.
Ciudades pequeñas
Las estadísticas nacionales calculan que existen 675 ciudades de entre 2000 y 10.000 habitantes. “Son los municipios que encuentran las mayores limitaciones de capacidad burocrática para gestionar su desarrollo local”, señalan las especialistas en el reporte 2017, del que también participaron universidades y organizaciones civiles.
Uno de cada cuatro argentinos/as habita en una ciudad pequeña. Su participación fue aumentando progresivamente a lo largo de los últimos censos nacionales (los resultados específicos de 2022 todavía están pendientes) y hoy muchas de ellas intentan adaptar sus servicios para atraer a más población.
“El factor principal que origina la mayor parte de la problemática urbana es el crecimiento urbano incontrolado. Hecho que se da en las grandes urbes, donde la curva de crecimiento se ha aplastado, pero también en las medianas y pequeñas, donde hay un salto exponencial. Es en estas últimas, la expansión territorial engloba ecosistemas rurales despoblados. Y genera consecuencias negativas en lo biológico y lo social”, observa el especialista Pedro Cuello.
Según su interpretación, ciudades argentinas de todos los tamaños han seguido un “anárquico e incontrolado proceso de expansión”. Y fue motivado por “falta de planificación, insuficiencia de infraestructura básica y de servicios para la comunidad”.
Desafíos 2030
Las proyecciones de población argentina muestran niveles crecientes de urbanización de cara a 2030, superando incluso los promedios históricos de América Latina. En ese contexto, surgen interrogantes acerca de la calidad de vida en las ciudades y las políticas que pueden mejorarla:
- ¿Cómo crear puestos de trabajo genuinos que permitan la inclusión de quienes se asientan en las periferias urbanas?
- ¿Qué soluciones de vivienda se necesitan para la población excluida?
- ¿Cómo integrar criterios de eficiencia, sostenibilidad y accesibilidad en el diseño del transporte público?
- ¿Cómo deberían incorporarse las nuevas tecnologías para mejorar la accesibilidad en las ciudades?
- ¿Cómo preparar los entornos urbanos para hacer frente al cambio climático?
“Se observa un generalizado aumento del consumo de superficie por habitante, sin distinción de escala de ciudad o pertenencia regional de los casos. La evolución de este indicador plantea la necesidad de diseñar políticas públicas e instrumentos de gestión territorial que apunten a contener la expansión urbana indiscriminada, a encontrar formas de densificación que se integren a los tejidos urbanos existentes, y a generar una redistribución equitativa de los costos y beneficios de la urbanización”, concluyó un estudio realizado en 2019 por el Observatorio Federal Urbano.
Ciudades de todos los tamaños están llamadas a pensar su planificación de cara al futuro. Mientras, deben atender múltiples necesidades en un contexto de crisis. ¿Cómo se prepara tu localidad para 2030? No dejes de compartir inquietudes y experiencias en +Comunidad.
Imagen principal: Gran Rosario, 1,2 millones de habitantes. Fuente de imagen: impulsonegocios.com
Redacción +Comunidad