La migración es un fenómeno global que afecta a millones de personas en todo el mundo. En especial, las mujeres migrantes suelen enfrentar desafíos adicionales, haciendo que su integración en las ciudades a donde llegan se vuelva más dificultosa. Así, los gobiernos locales receptores adquieren un papel relevante a la hora de evitar la discriminación, reducir los obstáculos para acceder a servicios y luchar contra la violencia de género.
Utrecht es la cuarta ciudad más grande de los Países Bajos. Ante las crisis y los conflictos bélicos en Europa del Este y Medio Oriente, se convirtió en un destino buscado por sus oportunidades laborales y calidad de vida. Ante la afluencia de miles y miles de personas, el Ayuntamiento puso en marcha la “Academia de Barrio”. Se trata de una iniciativa en donde las mujeres inmigrantes que ya residen en la zona pueden encontrarse con las que acaban de llegar para escuchar sus historias y, al final, apoyarse mutuamente.
Otro proyecto en curso es “Welkom in Utrecht”, que consiste en un voluntariado para cuidar a niñas y niños extranjeros mientras sus madres asisten a clases de neerlandés. La propuesta va de la mano de “1000 Flowers Blossom”, que trata de ayudar a incluir a los menores de edad en el sistema escolar. Procura brindarles conocimientos del idioma y ofrecer cursos de empoderamiento para sus madres.
La capital alemana, en tanto, desarrolló el “Modelo de Berlín” con el propósito de que el género no sea más una barrera para las personas que solicitan asilo. En especial, la ciudad reconoce y da cuenta de la especial vulnerabilidad de la comunidad LGBTQ+. El primer paso del “Modelo” es brindar asesoramiento “de bajo umbral” y un espacio seguro para conversar. Además, ofrece albergues especializados e integrados con las redes de refugiados.
Mujeres migrantes en América Latina
Varias ciudades latinoamericanas también implementan programas específicos para apoyar a las mujeres migrantes. Buenos Aires (Argentina) lleva adelante iniciativas que incluyen servicios de asesoramiento legal y técnico, talleres de capacitación laboral y una línea telefónica de atención a la violencia de género.
El programa Todas tiene como objetivo contribuir a la visibilización y promoción de la integración y no discriminación de las mujeres migrantes en distintos ámbitos de participación ciudadana. Lo hac “desde un abordaje que conjuga los derechos humanos, la perspectiva de género y la interculturalidad”.
En São Paulo (Brasil), el Centro de la Mujer Inmigrante y Refugiada (Cemir) es una red de atención en áreas como la educación, el empleo y la vivienda, y trabaja para promover la inclusión social y la igualdad de género. En especial, apunta hacia la contención de aquellas que trabajan en talleres de costura en el área metropolitana.
“Se trata de mujeres vulnerables, sometidas a jornadas laborales extenuantes, muchas veces en condiciones análogas a la esclavitud. La discriminación y la violencia de género se ven agravadas por el desconocimiento de las redes de apoyo existentes y las dificultades para acceder a los derechos básicos y los instrumentos de protección de los derechos humanos”, denuncia la organización.
Otras ciudades latinoamericanas, como Ciudad de México, Lima (Perú), Medellín y Bogotá (Colombia), entre muchas más, también implementan iniciativas para apoyar a las mujeres migrantes. Van desde programas para mejorar el acceso a servicios de salud y bienestar, hasta políticas para fomentar su participación en la vida comunitaria.
En todos los casos, gobiernos locales y organizaciones civiles buscan el reconocimiento de la “feminización de las migraciones”. Se utiliza para resaltar la presencia masiva de mujeres en los flujos migratorios internacionales –el 49,4%, según datos de la ONU– y llamar la atención sobre la necesidad de abordar sus vulnerabilidades.
¿Tenés una historia para contar sobre tu pueblo o ciudad? En +Comunidad nos gustaría conocerla y publicarla. Contactanos.
Imagen principal: ONU Mujeres/Catianne Tijerina
Redacción +Comunidad.