En la ciudad de Oberá (Misiones, Argentina), la primera motoescuela municipal de la provincia abrió sus puertas en 2023 con el propósito de mejorar la seguridad vial local. Este espacio, llamado Moto Escuela Municipal, tiene como objetivo optimizar la formación de motociclistas y generar conciencia sobre la importancia de adoptar medidas de precaución para reducir el riesgo de lesiones y muertes en el tránsito.
Por medio de un curso gratuito, dividido en ocho clases teóricas y prácticas, las personas que asisten aprenden a manejar motocicletas de forma segura y responsable. Para tomar la capacitación no es necesario contar con conocimiento previo o con la moto y sus elementos, pero sí tener mínimo 17 años de edad y saber andar en bicicleta.
Fabián Jorge Pizutti, director de Movilidad Urbana del Gobierno de Oberá, contó a +COMUNIDAD cómo surgió esta iniciativa y cuáles son los resultados de esta propuesta. “Los resultados han sido muy positivos. Quienes completaron el curso tienen una mejor postura y conocen técnicas esenciales que reducen el riesgo de accidentes”, aseguró.
La experiencia de Oberá
Con la mirada puesta en ser la ciudad pionera en la provincia con esta iniciativa, e inspirada por otras experiencias similares, Oberá inauguró su Moto Escuela Municipal. Usualmente en la localidad se detectaban motociclistas que manejaban haciendo zigzag, adelantándose a los autos por lugares que no debían o no respetando su carril, entre otras infracciones.
“El objetivo es preparar a los motociclistas, no sólo con conocimientos teóricos, sino también con una formación en idoneidad conductiva”, puntualizó el director Pizutti. Durante el primer año de actividades, la escuela recibió a 56 personas: 12 en 2023 y 42 en 2024. Todas fueron aprobadas y hoy salen a la calle con más y mejor conocimiento.
La creación e implementación de la Moto Escuela Municipal de Oberá fue posible gracias a una alianza conjunta con la Fundación Gonzalo Rodríguez de Uruguay. Esta organización trabaja para evitar lesiones graves y muertes por siniestros de tránsito en América Latina, a través de la promoción de la movilidad segura y saludable.
Cada persona egresada recibe una certificación que después le permite obtener la Licencia Nacional de Moto Vehicular de forma más rápida y sencilla que lo habitual. Entre sus principales desafíos, el funcionario remarcó la alta demanda y la falta de motos e instructores. “Por momentos limita la capacidad actual de la motoescuela”, observó.
“El curso para mí fue hermoso, siempre tuve mucho miedo, porque antes tuve una mala experiencia al manejar, y ahora lo superé”, comentó un egresada al portal Mi Misiones. “El propósito de la escuela es fomentar en cada conductor un mayor sentido de responsabilidad al manejar una motocicleta”, añadió el director de Movilidad Urbana.
El proyecto, además de contar con la guía de la Fundación Gonzalo Rodríguez, se inspiró en otras experiencias internacionales, de países como Chile, Colombia y Uruguay. “Nuestro aprendizaje es claro: debemos elevar el nivel de conocimiento y responsabilidad de los motociclistas para hacer las calles más seguras”, dijo Pizutti.
Las primeras motoescuelas de Argentina
La iniciativa de las motoescuelas con las características de la de Oberá surgió en Uruguay, por medio de la Fundación Gonzalo Rodríguez, que posteriormente decidió expandir esta propuesta al resto de Sudamérica. De esta forma llegó a países como Chile, Colombia, Brasil y Argentina, con el propósito de articular estos espacios junto a gobiernos, organizaciones, academia y otros.
En Argentina algunas de las ciudades que se sumaron a esta iniciativa son San Fernando del Valle de Catamarca (Catamarca), Cerrito (Entre Ríos), Ramallo (Buenos Aires). San Javier (Santa Fe), La Rioja (La Rioja), La Merced (Salta), Guaymallén (Mendoza), Villa María (Córdoba), Baradero (Buenos Aires) y Oberá (Misiones).
El desembarco en Argentina fue en 2019. Para la selección de los municipios en donde se harían pruebas piloto, se tuvieron en cuenta algunos requisitos indispensables. Algunos fueron, según la organización, “el número disponible e instructores para la motoescuela, contar con un predio adecuado y participar de las capacitaciones”.
El primer espacio de este tipo se inauguró en 2022, en la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca, en donde la motocicleta es uno de los vehículos más utilizados.
Hasta ese año, la fundación contó con una buena respuesta a la convocatoria realizada al proyecto de motoescuelas municipales, con más de 140 municipios postulados.
Mediante ese tiempo de trabajo en conjunto, se logró capacitar en seguridad de motociclistas a 528 personas de más de 200 municipios. Además, más de 60 ciudades lograron readaptar sus contenidos teórico-práctico en el camino a la formación de motociclistas, procurando así promover la seguridad vial local.
“Este proyecto es la continuación lógica de lo que hemos trabajado con la Fundación Gonzalo Rodríguez hasta ahora: que los motociclistas tengan un lugar donde formarse. Esto es un ejemplo para que otros municipios puedan sumarse“, aseguró Yuyo Rubino, responsable del área de Seguridad de Motociclistas de la Agencia Nacional de Seguridad Vial de Argentina.
Otra experiencia similar en América Latina
La Escuela de Conducción Santiago de Cali, en Colombia, es la primera escuela creada y operada por un gobierno local en el país, lo cual marcó un antes y después en la materia. Con este espacio, la Secretaría de Movilidad buscó cumplir con el componente del plan de desarrollo 2020 – 2023, así como con el plan de enseñanza del Ministerio de Transporte.
A diferencia de las motoescuelas, esta comprende en su enseñanza a otros vehículos, para promover de esa forma una movilidad sostenible, saludable, segura y accesible. Cuentan con un parque automotor adecuado para la instrucción en técnicas de conducción y personal calificado en aspectos normativos, técnicos y pedagógicos.
La capacitación para licencia B1 (automóviles particulares) es de 50 horas: consta de 25 horas de teoría, 5 horas en práctica de taller y 20 horas de conducción. Para adquirir la licencia A2 (motocicletas) son 43 horas de capacitación: de las cuales 25 horas son de teoría, 3 horas de práctica de taller y 15 horas de conducción.
En definitiva, las motoescuelas y otras iniciativas similares son un eslabón más de la cadena para mejorar la seguridad vial en las ciudades y generar una cultura alrededor del tema. A través de cursos teóricos y prácticos, como así también charlas, capacitan a conductores, reduciendo accidentes y fomentando una conducción más responsable.
Aunque enfrentan desafíos como la alta demanda y la falta de recursos, estas academias se erigen como instancias clave para promover conciencia ciudadana y generar un mayor compromiso por la seguridad en las calles.
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Imagen principal: Gobierno Municipal de Oberá