Por Lucía Bellocchio,
directora de Trend Smart Cities*
El nacimiento de una nueva ‘megaciudad’
Mientras las fronteras de los países se cerraban durante la pandemia, alrededor de 150.000.000 de personas -más personas de las que hoy hay, por ejemplo, en todo México- arribaban a nueva megaciudad en la que ya se contabilizan 3,24 miles de millones de habitantes.
Estas comunidades de jugadores, por su número, se ajustaría a la definición de ‘megaciudad’; un gran asentamiento humano de más de 10 millones de personas, como hoy lo son ciudades como Tokio, New York, São Paulo o Shangai. Aunque, a diferencia de ellas, esta ‘megaciudad’ no está delimitada por una ubicación geográfica estricta sino por los intereses y gustos que comparten quienes habitan en ella.
Sus habitantes- los gamers– residen en mundos virtuales -los juegos- en los que ya no solo se entretienen sino que también interactúan, compran online y se mueven entre estos mundos donde hasta son capaces de diseñar nuevas ciudades, con sus normas y rituales así como identificarse, muchas veces, a través de un avatar.
Los arquitectos de esta megaciudad -Tencent, Nintendo, Sony, Microsoft, Epic Games, Activision Blizzard– las diseñan y planifican bajo referencias reales, aunque teniendo la posibilidad de pasar el límite de lo imaginable, para hacer que sean ‘ciudades donde te quieras quedar’, pues no rigen las reglas de construcción o arquitectura, ni cualquier otra normativa a las que dejen ajustarse las ‘ciudades reales’.
Ciudades y gaming
El fenómeno ‘gaming’ ha dejado de ser una actividad aislada, de pocos, y se ha convertido en un fenómeno social, cultural y económico que no puede -ni debe- escaparse a quienes nos dedicamos a estudiar la transformación digital de las ciudades y su impacto en las personas, en la construcción de lo que hoy comienza a llamarse ‘sociedad extendida’ haciéndose referencia a la proyección de nuestra vida en entornos virtuales.
Y lo interesante es ver cómo hoy el mundo del entretenimiento deja de ser tan solo ‘entretenimiento’ para convertirse en un nuevo ‘laboratorio social’ con enorme impacto en lo urbano, en el cual encontramos tecnología, innovación, nuevos modelos de negocio, comunidades, cultura, arte, música, moda, deporte, identidad, intercambio de bienes y servicios, diseño, y hasta construcción.
Ni en los juegos podemos escapar de las ciudades
Los entornos urbanos complejos de juegos pueden parecer tan creíbles como las ciudades en las que se basan, aunque las reglas que los rigen pueden ser muy diferentes.
Estos entrazados entre los espacios urbanos digitales y reales ofrecen imágenes espectaculares y ayudan a crear un juego atractivo a los que se llama ‘ciudades inmersivas’.
Como lo explica para Bloomberg Konstantinos Dimopoulos -diseñador de juegos con un Ph.D. en planificación urbana-, este es un tema con una relevancia más amplia de lo que uno podría suponer inicialmente, “quizás 3 mil millones de personas en todo el mundo juegan videojuegos; muchos millones pasan gran parte de su vida explorando las calles de estas ciudades virtuales, por lo que el diseño de ciudades de juegos también arroja algo de luz sobre la planificación de las ciudades de la vida real“.
Es interesante observar cómo los mundos virtuales, donde la imaginación podría superar los límites de lo real, no escapan a entornos urbanos. Ciudades, con ajustes y retoques digitales pero ciudades al final. Y es que, como explica Konstantinos, para fomentar el tipo de inmersión que hace que el juego tenga un buen UX, estas ciudades deben ser algo más que un telón de fondo, “cada ciudad tiene que ser cohesiva internamente: el realismo conduce a la credibilidad (…) y esa credibilidad puede conducir al tipo de inmersión espacial que anhelamos, esta sensación de estar en este nuevo reino digital como una entidad propia”.
Los diseñadores de juegos pueden lograr la complejidad necesaria para la inmersión no sólo visualmente, sino pensando en cómo los espacios de las ciudades se interrelacionan y elaboran historias y conceptos cívicos que subyacen en su diseño, pero rompiendo las reglas del urbanismo, si eso hace que el juego sea mejor.
Las ciudades representadas de manera convincente pueden ser emocionantes para los jugadores, pero como no están atadas a las reglas de la arquitectura, urbanismo y/o planificación, ciertos elementos urbanos pueden torcerse, ajustarse o hasta romperse si ello hace que jugar sea más emocionante o inmersivo.
La intersección entre ciudades y juegos
Si bien hasta hace poco el mundo de los juego sugería algo “recreativo”, y solo ligado a la industria del entretenimiento, hoy vemos a los motores de juegos – games engines– como los impulsores de interfaces informáticas para otras áreas e industrias como la salud, educación, arquitectura, y los mismos gobiernos que delimitan y dan forma al mundo urbano. Un ejemplo de ello es el gemelo digital del aeropuerto de Hong Kong, realizada con motor de juego ‘Unity’.
Como dice Aaron Lewis, “los motores de juegos se están comiendo el mundo: el diseño urbano, la arquitectura, festivales de música, el cine han cambiado muchos de sus flujos de trabajo/procesos de diseño a los motores de juego Unreal o Unity“.
Así las cosas, la industria de los juegos continua expandiéndose a múltiples áreas e industrias: lo que llamamos hoy ‘gamificación‘ y las ciudades no escapan a este fenómeno. De hecho, todo parece indicar que dos mundos que parecía que ninguna vinculación podrían tener, se están entrelazando más de lo que nos imaginamos.
Y es que el mundo de las ciudades nunca escapa a los fenómenos sociales, pues las ciudades terminan siendo el reflejo de los que hacemos quienes vivimos en ellas…
*Trend Smart Cities.
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