NUEVAS REALIDADES DEMOGRÁFICAS
Desarrollo urbano en una sociedad que envejece

Las sociedades envejecidas representan un desafío significativo y creciente para el desarrollo urbano sostenible. A medida que la población mundial envejece rápidamente, las ciudades deben implementar políticas que no sólo aborden las necesidades de las personas mayores, sino que también promuevan un entorno urbano inclusivo para todas las generaciones. Este fenómeno global exige un enfoque innovador, resiliente y equitativo.

Por Estefanie Quispe Salas (*)

¿Qué es una sociedad que enjevece para el desarrollo urbano sostenible?

El envejecimiento de la población es uno de los fenómenos demográficos más significativos del siglo XXI, con implicaciones profundas para el desarrollo urbano. Las ciudades, como centros económicos y sociales, enfrentan el desafío de adaptarse a una población que envejece rápidamente, mientras continúan siendo espacios inclusivos, dinámicos y sostenibles para todas las generaciones.

A medida que el porcentaje de personas mayores crece en áreas urbanas, es fundamental desarrollar estrategias de planificación que aborden las necesidades específicas de esta población y aprovechen las oportunidades que el envejecimiento conlleva. La transformación demográfica hacia sociedades más longevas requiere un replanteamiento de las infraestructuras, los servicios y las políticas urbanas. Esto implica garantizar la accesibilidad y el bienestar físico de las personas mayores. También fomentar su participación activa en la vida económica, social y cultural de las ciudades.

Desde el diseño de viviendas adaptadas hasta la creación de espacios públicos amigables para todas las edades, las ciudades deben reinventarse para facilitar una vida plena y autónoma a medida que la población envejece. De este modo, el envejecimiento urbano no sólo es un desafío, sino también una oportunidad para promover entornos urbanos más equitativos.

A pesar de que el envejecimiento suele percibirse como un problema que sobrecarga los sistemas sociales y económicos, también es un logro de las condiciones socioeconómicas mejoradas que han permitido que las personas vivan más tiempo y de manera más saludable.

Las ciudades tienen un papel crucial en este proceso, gestionando las implicaciones del envejecimiento, y también celebrando y potenciando las contribuciones de las personas mayores. Esto requiere un enfoque integral que incluya la coordinación intersectorial y el compromiso con las comunidades locales para desarrollar políticas que promuevan una mejor calidad de vida para todos los residentes, independientemente de su edad.

Desarrollo urbano en una sociedad que envejece
Foto: Universidad de Costa Rica.

¿Qué debemos considerar para crear políticas urbanas para una sociedad que envejece?

De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), es fundamental tener en cuenta tres aspectos interconectados al desarrollar políticas urbanas dirigidas a las sociedades que están envejeciendo:

  1. El envejecimiento a nivel individual.
  2. El envejecimiento de la población en general.
  3. El nuevo equilibrio demográfico que se establece en las sociedades después de pasar por las distintas fases del proceso de envejecimiento.

1. Envejecimiento individual

El envejecimiento individual se refiere al hecho de que las personas, en promedio, viven vidas más largas que las generaciones anteriores. Esto extiende la división tradicional de la vida en juventud, adultez y vejez, añadiendo una etapa adicional. Se trata de la “tercera edad” (65-74 años) y la “cuarta edad” (75 años en adelante).

Este fenómeno requiere una reevaluación de cómo las políticas públicas abordan la vejez, considerando las necesidades únicas de estas nuevas fases de la vida. Por ejemplo, las personas en la tercera edad pueden ser más activas y participar en la comunidad. Mientras, aquellas en la cuarta edad pueden requerir mayores apoyos de salud y movilidad.

Asegurar la autonomía de las personas mayores es un aspecto esencial de las políticas que se desarrollan en torno al envejecimiento individual. Es decir, proporcionar servicios e infraestructura que les permitan vivir de manera independiente y con dignidad durante el mayor tiempo posible. Aspectos como el acceso a transporte adaptado, viviendas accesibles y servicios médicos cercanos son cruciales.

Además, las ciudades deben pensar en cómo promover actividades que mantengan a las personas mayores físicamente activas y socialmente conectadas, reduciendo el riesgo de aislamiento. La promoción de la independencia física y financiera de las personas mayores es también una cuestión importante para el desarrollo urbano sostenible. Las ciudades deben diseñar espacios y servicios que respondan a las limitaciones físicas de las personas mayores, además de fomentar su participación económica y social.

Las políticas deben ser inclusivas y considerar tanto las capacidades como las limitaciones de las personas mayores. Esto también incluye la necesidad de entornos amigables para personas mayores, donde las barreras arquitectónicas se minimicen y la seguridad sea una prioridad.

2. Envejecimiento poblacional

El envejecimiento poblacional se refiere al aumento del número y porcentaje de personas mayores dentro de la estructura demográfica de una sociedad. Este cambio afecta fundamentalmente las pirámides de población, las cuales han sido la base de muchas políticas sociales y económicas.

A medida que la base de la pirámide poblacional se estrecha y el segmento de edad avanzada se expande, las ciudades deben reconfigurar sus enfoques en áreas como el empleo, los servicios de salud y el cuidado a largo plazo. Esto requiere un cambio hacia políticas más intergeneracionales que promuevan la redistribución equitativa de los recursos entre generaciones.

La planificación urbana debe considerar cómo las ciudades pueden atender las necesidades tanto de las generaciones jóvenes como de las más envejecidas sin crear conflictos entre ellas. Las ciudades que experimentan un envejecimiento significativo de la población deben garantizar que los servicios públicos sean sostenibles y equitativos. Por ejemplo, invertir en infraestructura de salud y servicios sociales es esencial. Pero también lo es apoyar el acceso de los jóvenes a la educación y el empleo.

Un equilibrio cuidadoso asegurará que las ciudades continúen siendo entornos inclusivos para todas las edades. Es importante que las políticas urbanas no vean el envejecimiento poblacional como un obstáculo, sino como una oportunidad para crear ciudades más inclusivas y adaptables.

A medida que la estructura demográfica cambia, las ciudades pueden rediseñar sus servicios y espacios para ser más accesibles y beneficiosos para todos. Esto incluye fomentar entornos de aprendizaje y trabajo para las personas mayores, impulsando su participación activa en la sociedad. Las ciudades también pueden buscar formas innovadoras de utilizar la experiencia y sabiduría de las personas mayores, promoviendo el voluntariado y la mentoría para fortalecer la cohesión social.

3. Nuevo equilibrio demográfico

El nuevo equilibrio demográfico se refiere al estado de estabilidad al que las sociedades llegan después de haber pasado por el proceso de envejecimiento poblacional. Este nuevo equilibrio implica que la sociedad ha reconfigurado su estructura de edad y que ahora debe adaptarse a un entorno donde las proporciones de edad se mantendrán más o menos constantes a largo plazo.

En este punto, las ciudades deben haber implementado sistemas resilientes que puedan manejar los impactos del envejecimiento de manera sostenible y equitativa, sin comprometer el bienestar de ninguna generación.

Las ciudades que alcanzan este nuevo equilibrio demográfico tienen la oportunidad de aprender de los desafíos y éxitos del pasado. Se espera que estas sociedades se recuperen de los impactos iniciales del envejecimiento poblacional y que se fortalezcan mediante políticas adaptativas y enfoques urbanos resilientes. Esto podría significar el desarrollo de programas de vivienda multigeneracional, sistemas de transporte flexibles y redes de apoyo comunitario que sean beneficiosas para todas las edades.

El objetivo es que las ciudades estén mejor preparadas para cualquier cambio futuro en la estructura poblacional. El aprendizaje y la adaptabilidad son cruciales en esta fase, ya que las ciudades necesitan ser capaces de responder a nuevas circunstancias con rapidez y eficacia. Las políticas deben ser lo suficientemente flexibles para ajustarse a los cambios a largo plazo, pero también deben estar ancladas en un compromiso con la inclusión y la sostenibilidad.

Este nuevo equilibrio demográfico brinda una oportunidad para reevaluar las prioridades urbanas y fomentar comunidades donde la interdependencia y el apoyo mutuo entre generaciones se conviertan en el núcleo de la vida urbana. Esto promoverá ciudades más cohesivas y resilientes, capaces de afrontar los desafíos del futuro.

¿Cómo podemos abordar este desafío desde las smart cities?

La integración de datos permite a los planificadores urbanos y a los responsables de políticas monitorear las tendencias demográficas en tiempo real. Proporcionan información sobre la distribución geográfica de las personas mayores y sus necesidades específicas, ayudando a asignar recursos de manera eficiente. Por ejemplo, identificando áreas donde se requiere una mayor inversión en infraestructura de salud o transporte accesible. Además, las herramientas de análisis de datos pueden predecir futuras demandas de servicios y apoyar la planificación urbana a largo plazo.

Por otro lado, la inteligencia artificial tiene el potencial de transformar cómo las ciudades abordan los desafíos del envejecimiento mediante soluciones personalizadas. Por ejemplo, los sistemas de IA pueden optimizar las rutas de transporte público para facilitar el acceso a las personas mayores. O incluso proporcionar asistencia en tiempo real a través de dispositivos inteligentes que monitorean la salud de los residentes y alertan a los servicios de emergencia en caso de necesidad.

Los algoritmos de aprendizaje automático también pueden analizar datos sobre patrones de movilidad y uso de servicios para mejorar la seguridad y la calidad de vida de las personas mayores. Esto va desde cruces peatonales más seguros hasta alertas automáticas en caso de caídas.

Desarrollo urbano en una sociedad que envejece
Foto tomada de Universidad de Costa Rica.

Desafíos y oportunidades

Se puede concluir que las sociedades envejecidas presentan tanto desafíos como oportunidades para el desarrollo urbano sostenible. Las ciudades deben replantear y rediseñar sus políticas urbanas para garantizar que las personas mayores vivan de manera independiente y digna, con acceso a infraestructura y servicios adecuados. Esto implica invertir en espacios públicos accesibles, viviendas adaptadas y sistemas de transporte eficientes que beneficien a todos los ciudadanos, independientemente de su edad. Además, integrar a las personas mayores en la vida económica y social de la ciudad es primordial para aprovechar su experiencia y fomentar una mayor cohesión social. 

Por otro lado, el envejecimiento de la población ofrece una oportunidad para reflexionar sobre las prioridades urbanas y avanzar hacia un modelo de ciudad más inclusivo y justo. Al aprender de las experiencias de los países y ciudades que ya enfrentan estos cambios, es posible desarrollar soluciones que mejoren la calidad de vida para todas las generaciones. En última instancia, abordar el envejecimiento de manera proactiva y estratégica ayudará a crear ciudades más habitables y sostenibles.

Bibliografía


(*) Estephanie Quispe Salas es parte de Trend Smart Cities, una consultrora que acompaña a gobiernos, empresas, startups y emprendedores a generar un impacto positivo para un mejor futuro urbano. Conocé más en 
www.trend-smartcities.com. Instagram @trendsmartcities.

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Imagen principa ilustrativa. Fuente: Unsplash.