Se estima que las primeras ciudades del mundo fueron construidas hace más de 5.000 años, en la Antigua Mesopotamia. Durante milenios, el fuego fue el principal aliado para permitir la existencia de diversas actividades después de que se pusiera el sol. Sin embargo, no fue hasta fines del siglo XIX, con la masificación del alumbrado eléctrico, que el ser humano se animó a “conquistar” la noche.
Un nuevo mundo de posibilidades se presentaba en los espacios públicos y privados. La industria de las fiestas, los espectáculos y la gastronomía dio paso a las primeras ideas de “Ciudades 24 horas”: aquellas que ofrecen servicios, actividades productivas y de consumo sin importar el momento del día.
En pocas décadas, el avance de las tecnologías lumínicas creó un nuevo impulso vital en los grandes centros urbanos. “Aparecieron lugares como Broadway y otros sitios nocturnos emblemáticos en Las Vegas, París y Berlín. Así, ninguna ciudad del siglo XX podía declararse como glamurosa y cosmopolita sin una vigorosa vida nocturna”, repasa el investigador Jorge Arturo Bolaños-Briceño.
La gestión de esta Economía Nocturna estableció nuevos desafíos a la hora de planificar las ciudades. ¿Cómo ordenar el espacio público para que convivan sectores productivos, residenciales y de entretenimiento pasada la tarde? ¿Qué hacer con los efectos colaterales de las industrias del entretenimiento? ¿Y cómo atender la creciente demanda nocturna de servicios públicos, tanto de consumidores como de trabajadores?
Los “alcaldes de la noche”
Un análisis del Blog del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) destaca que, en los últimos 15 años, surgió un nuevo modelo de gobernanza enfocado a las actividades nocturnas. Se trata de los llamados “alcaldes de la noche”, que actúan como mediadores entre las autoridades locales, la oferta no diurna y la ciudadanía.
“La Economía Nocturna no sólo se refiere al ocio y al entretenimiento, sino también a call centers, servicios de emergencias, aeropuertos, logística y distribución de mercancías. Desafortunadamente, las ciudades fueron pensadas solo para el día, dejando la otra mitad: la noche”, observa la especialista Andreina Seijas, del BID.
Por caso, la ciudad de Nueva York creó en 2017 una Oficina de Vida Nocturna (ONL) para coordinar el sector que, según sus estimaciones, genera cerca de 300.000 empleos. El área tiene el deber de “promover el crecimiento responsable, la diversidad, la creatividad, la inclusión y la calidad de vida de la población neoyorquina y de las visitas de todo el mundo”.
Hasta 2021, un estudio de Urban Cities contabilizaba más de 50 ciudades que contaban con el rol de “alcalde de la noche”. En América Latina, al menos Cali (Colombia), San Luis Potosí (México), Valparaíso (Chile) y Asunción (Paraguay) crearon cargos del estilo.
Algunos casos, como en Nueva York, son funcionarios/as públicos designados por el gobierno local. En otros, se trata de entidades que representan los intereses de la Economía Nocturna. Por ejemplo, desde 2001 en Berlín una comisión de clubes se encarga de promover la industria y su impacto cultural en la ciudad.
Pros y contras
“La noción del concepto de Ciudad 24 horas aplica a urbes de todo tamaño y en cualquier latitud, pues se refiere a entender la importancia de la noche como un espacio temporal que, al igual que el día, debe ser estudiado a la luz de políticas públicas para regular de forma eficiente y justa no solamente a los que salen a divertirse, sino a aquellos que trabajan en el horario nocturno”, analiza el geógrafo Jorge Arturo Bolaños-Briceño.
En su artículo titulado “Nocturnidad, Ciudades 24 horas y sus efectos socioambientales”, el autor enumera el “lado B” de las oportunidades económicas. Entre ellas, menciona el posible aumento de la violencia por consumo de alcohol, el alto desafío que implica para las administraciones locales ofrecer servicios hasta la madrugada y las consecuencias ambientales de un mundo demasiado iluminado. (En esta nota podés leer sobre el llamado “derecho al cielo oscuro”).
En contraste, hay quienes ponderan las razones para potenciar la Economía Nocturna en las ciudades. “Es una fuente de empleo e ingresos adicionales para los gobiernos locales. Permite diversificar la oferta de actividades. Promueve la seguridad ciudadana al mantener las calles llenas de vida. Fomenta el turismo y promueve un mayor sentido de pertenencia”, clasifica Andreina Seijas en el Blog del BID.
Ante los posibles efectos negativos de la Economía Nocturna, la empresa Night Time Economy trabaja con varias ciudades en el diseño de soluciones. En Inglaterra, los municipios de Bristol, Cheshire y Southampton cuentan con estrategias que apuntan hacia la seguridad en las noches, incluyendo la reducción del acoso sexual contra mujeres.
De acuerdo con el Night-Mix Index, la Economía Nocturna del Reino Unido genera más de 1,3 millones de empleos, que se traducen en alrededor de 66 mil millones de libras anualmente en todo el país.
¿En tu ciudad es relevante la Economía Nocturna? ¿Posee cargos similares a los de un “alcalde de la noche”? ¡Podés compartir el caso en +Comunidad y el Mapa de Soluciones Locales de RIL!
Imagen principal: vista aérea de Las Vegas, Nevada. Fuente: citywallpaperhd.com.
Redacción +Comunidad.