ARTE COMUNITARIO E IMPACTO SOCIAL
Catalina Cabrera: “El muralismo es un medio de comunicación recontrapotente para ver cómo estamos socialmente”

En diálogo con +Comunidad, la muralista y especialista en participación artística comunitaria insiste en la necesidad de “reapropiarse del espacio público”. Propone que la ciudadanía se exprese más a través de las paredes y pide más sensibilidad a quienes dirigen gobiernos locales. No te pierdas, además, su conversación en el podcast VIBRA.

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Catalina Cabrera se define como “muralista, actriz, gestora cultural, especialista en diseños participativos, restauración de vínculos comunitarios y reapropiación de espacios públicos”. Oriunda de Santiago de Chile, se formó en Francia y trabajó para diversos proyectos en Burkina Faso, España, Italia y Argentina. 

Hoy reside en Chontachaca, un área selvática ubicada en el departamento de Cuzco, Perú. Desde allí, con el sonido de las aves y los cánticos grupales de fondo, “Cata” ofrece una entrevista a +Comunidad para hablar sobre su especialidad y el rol del arte comunitario en la sociedad. “Estoy en un espacio pensado como lugar de intercambio y de reflexión para compartir las estrategias que hemos plasmado en distintos lugares del mundo. También para implementar proyectos artísticos en zonas rurales”, cuenta. 

Invitando a “mirarse un ratito de lejos para volver con más fuerza”, la muralista chilena ofrece múltiples miradas sobre el poder transformador del arte en los espacios públicos. También propone esta “reapropiación” como un antídoto contra los efectos sociales de la pandemia de coronavirus y el encierro. ¿Cuál debe ser el rol de la ciudadanía y de los gobiernos locales? ¿Qué mensajes tienen más peso entre las iniciativas artísticas comunitarias? ¿Cómo ser partícipes? 

No te pierdas al final de la nota su conversación a fondo con VIBRA, el nuevo podcast de +Comunidad. 

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Obra reciente de Cata Cabrera en Calca, Valle Sagrado de los Incas, Perú. 

– ¿Cómo definirías el rol del muralismo en las ciudades? ¿Y en las comunidades rurales?

– Hay diferentes vertientes acerca del rol del muralismo en las ciudades. Una línea integra el muralismo como política pública para la recuperación y decoración de espacios públicos. Y entre esto hay artistas que han sido como “apadrinados” por ciertos gobiernos y que son siempre ellos los que hacen estos trabajos, por encargo. Después está la otra corriente, que es la de un muralismo estético o personal de cada artista que no responde a una solicitud del gobierno, pero sí a una solicitud más bien personal como necesidad de mostrar y tomar el espacio público. 

Detrás de esto también hay otras corrientes; son como ramas que se van abriendo. Hay quien pinta cosas muy personales y gente que tiene la conciencia de que su intervención artística hace parte de un proceso de recuperación del espacio público. Y después hay un muralismo más contestatario, que tiene más contenido político y social. Se utiliza esta herramienta para ser portavoz de necesidades de discursos que tiene la comunidad.

Ahora, si pensamos el muralismo en zonas rurales, yo creo que tiene más bien un rol de formación de audiencia, como para ponerle un nombre. En general son espacios donde el arte no llega; la gente no consume arte. Por ejemplo, hoy estoy viviendo en medio de la selva en Perú y sigo pintando arte comunitario porque siento que es importante que este tipo de lenguaje llegue a estas zonas rurales y que la gente tenga acceso a la cultura. Como una posición de democratizar el acceso al arte. Si en las zonas urbanas a veces no hay reconocimiento, en las rurales menos. Si no somos nosotros quienes difundimos, no hay tal reconocimiento. Incluso las mismas instituciones gubernamentales no le dan demasiada importancia. 

Un mural en creación.

– ¿Qué diferencias encontrás entre la visibilidad del arte comunitario en los barrios suburbanos vs. los centros comerciales de las ciudades?

– Existe una gran diferencia entre el reconocimiento al arte comunitario en los espacios marginales, o sea no formales, frente al arte comunitario reconocido en los espacios comerciales de las grandes ciudades. La diferencia justamente es la palabra “comercial”. Ese arte que se representa en la ciudad formal es un servicio que el artista brinda a un productor, a un municipio o a un centro comercial, y es pagado por ese servicio. Esa relación pasa a ser una mercancía más.

En cambio, el arte comunitario en la ciudad no formal no tiene nada que ver. No hay una relación económica con el público ni con un ente que solicite el servicio. Aquí el arte comunitario es una necesidad de comunicación y expresión. También social, política y hasta quizás emocional. No es una mercancía. Es el resultado de esa necesidad latente, de cómo yo me hago escuchar. Qué lenguaje utilizo para poder hablar de lo que nos está sucediendo y de lo que estamos soñando. 

– Cuando se habla de que la ciudadanía debe reapropiarse del espacio público… ¿a qué se está refiriendo específicamente?

– Cuando decimos que es necesario que la ciudadanía haga un proceso de reapropiación del espacio público, nos referimos a la dinámica que se genera a partir de la necesidad del encuentro con el otro. Pero del encuentro desde un lugar de creación, de intimidad; desde lo lúdico, desde la poesía, desde lo extraordinario. Justamente que lleve a los ciudadanos y a las ciudadanas a vincularse desde otro nivel. No desde el discurso, no desde la palabra obligatoriamente. Sino desde lenguajes que de repente son desconocidos y nos ponen en un lugar de fragilidad que nos permita encontrarnos con el otro desde esa fragilidad que genera la creación. Siempre apuesto a eso, a generar dinámicas de reapropiación del espacio público a partir de procesos de creación colectiva.

Creo que a través de la creación podemos establecer otro encuentro, otra mirada; se caen patrones, se caen muros. Es bastante democratico; se llega a un mismo nivel desde la fragilidad, desde cosas que no conocemos que de repente hemos olvidado. De lo hermoso que es poder bailar, pintar con alguien, cosas que nos hemos olvidado porque estamos constantemente con la idea de tener que trabajar para poder sostener lo que la sociedad dice que tenemos que tener. Y de repente nos olvidamos que una tarde sentados en el pasto haciendo música con los vecinos y las vecinas, y poder bailar, te genera un placer que no te va a dar con esa misma vecina a comprarte unos pantalones nuevos al centro comercial. 

La ciudad necesita esos espacios de ocio y de creación, que volvamos a tomar esas herramientas que son terapéuticas y que la sociedad las está necesitando, sobre todo después de los años de pandemia donde la gente se acostumbró a estar encerrada, a estar sola, a sentir miedo de compartir con otro. Y creo que ese es un trauma muy fuerte que vamos a empezar a sentir más adelante, sobre todo con los niños. O sea hay un trabajo bien hermoso que pienso que el Estado debe hacer conscientemente para poder restablecer esos espacios. Para poder sanar lo que hemos vivido estos últimos años.

Arte comunitario en Colima, México. Fuente: Issuu. 

– ¿Cuál debería ser el rol de los gobiernos locales ante las iniciativas artísticas de la sociedad civil? 

– Si pensamos que los gobiernos locales tienen la conciencia de que el arte es una herramienta de inclusión, de integración, de inserción, si pensamos y esperamos –yo espero–  que algunos gobiernos locales tengan esa conciencia, lo más lógico es que los gobiernos locales apoyen las iniciativas artísticas de la sociedad civil. Porque son justamente positivas, sanadoras y pueden regenerar justamente ese vínculo entre la sociedad civil y el Estado. Ese vínculo que es tan complicado, ¿no? 

Entonces, me parece que lo más interesante sería que los gobiernos locales abrieran espacios para poder exhibir ese tipo de manifestaciones. Generar bolsas de apoyo para las manifestaciones artísticas, concursos, apoyo económico para la creación y la difusión. Se trata de tener la sensibilidad para detectar estos espacios y apoyarlos, porque van a irradiar buena energía, creatividad y positividad. Entonces lo ideal sería que difundieran, aplaudieran y asistieran porque es una puerta a generar un vínculo bien interesante de cercanía entre la ciudadanía y el Estado. 

– ¿Qué tipo de mensajes tienen mayor peso en el muralismo? 

– No sé si hay mensajes dentro del muralismo que tienen más peso que otros. Yo creo que cada territorio tiene su propio mensaje. Y de repente, desde afuera, no podemos llegar a entender qué tan fuerte es este símbolo en una pared. Son códigos. Entonces cada espacio tiene su propio mensaje y su propio peso. Ahora, hay cosas que veo dentro del muralismo que trascienden las ciudades. Por ejemplo, todo lo que es la iconografía vinculada a la naturaleza. Consciente o inconscientemente, el ser humano se da cuenta de que no es normal vivir en las condiciones en las que estamos viviendo en las ciudades. Y los artistas somos muchas veces sensibles al malestar, a la vibración de lo que la sociedad está emanando. Y podemos ser portavoces de eso. 

Después, claro, hay territorios donde las manifestaciones muralísticas son retratos de chicos que han sufrido muertes violentas por diversos motivos. Pero depende, creo que no hay algo que no tenga más peso que otro. Todo depende desde qué vereda miramos las manifestaciones artísticas. Qué es lo que nos llega, qué es lo que resuena con nosotros a partir de nuestra propia vivencia. Pero sí, el muralismo es un medio de comunicación recontra potente que permite darnos cuenta cómo estamos socialmente. Qué es lo que está pasando en los lugares, qué es lo que nos está doliendo, qué es lo que estamos soñando, qué es lo que estamos pidiendo. Por eso yo sigo eternamente pintando, ya sea en las villas, en los pueblitos o donde llame la gente y tenga necesidad de plasmar a través del arte una necesidad. Es encontrar una poesía común para tratar temáticas contingentes.

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Un mural en creación.

Si tuvieras la posibilidad de diseñar un recorrido de obras y artistas para la gente que no sabe de murales… ¿cómo empezarías, qué no podría faltar y cómo lo cerrarías? 

– Si tuviera que pensar en un recorrido así para presentar el arte urbano, empezaría quizás o lo terminaría de la siguiente manera. Tiro agua a mi molino: sería interesante hacer un proceso de diseño participativo con los participantes para que pudiesen entender el lenguaje, la técnica y después apreciar mejor la obra. O sea, se podría empezar o terminar con este proceso de creación colectiva. O las dos cosas, para ver cómo la gente llega al lugar y cómo la gente sale después de esa experiencia.

Creo que es importante que la experiencia te atraviese a ti personalmente para poder entender las dimensiones de lo que significa una obra. Y también que la gente viera que todos podemos pintar, y que si tenemos un muro todos podemos intervenir ese muro. Es algo que está a la mano y a la altura de cualquier persona. Cuando entendemos eso y hay sensibilidad al arte urbano desde los gobiernos locales, es una bonita herramienta para la ciudadanía. ¡Pero ojo! También puede ser complicado, porque los gobiernos locales después se tienen que hacer cargo de lo que se plasma en los muros. Pueden ser cosas bonitas, pueden ser pajaritos. Pero de repente pueden ser cosas que nos incomodan. Así que es una lámina de doble filo.

También podría ser interesante que, después de este recorrido (hipotético), la gente pinte y se forme una especie de galería urbana con las sensaciones generadas. Qué es lo que más les toca, qué huellas deja. Se podría armar dentro de ese recorrido otro recorrido con las interpretaciones de la ciudadanía. ¡Tantas cosas se pueden hacer!

Pienso como experiencia, por ejemplo, lo que hizo la Municipalidad de Barcelona: abrió un espacio en un barrio donde se puede pintar libremente. Y es loco porque ese barrio es el sueño de todos los artistas urbanos, todos hemos querido pintar ahí. Es libre, tú puedes pintar, pero no sabes cuánto va a durar tu muro. Puede durar un día, cuatro horas, tres días… Porque siempre va a haber otro artista que va a pintar ahí. Hay una organización que registra todos los muros que se han ido pintando y los difunde. Ya es un espacio turístico. Hay gente que va a mirar y pintar. Es loco saber que tu obra es tan efímera, aunque sabemos que en la calle es todo bien efímero.

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Arte urbano en Barcelona, España. B Murals. 

¿Querés saber más sobre estos temas e inspirarte para pasar a la acción? No te pierdas la conversación que Cata Cabrera tuvo, además de esta nota, con el podcast VIBRA de RIL y +Comunidad. Allí, la artista cuenta qué la inspira, qué recomienda leer y deja más mensajes dirigidos a la ciudadanía y a la clase gobernante. ¡Que lo disfrutes!

Aquí podés ver más sobre las Obras de Catalina Cabrera.
Imagen principal: mural en Callao, Lima, Perú.
Redacción +Comunidad.