urbano
A medida que las ciudades crecen en tamaño, su gestión se vuelve cada vez más compleja. Una planificación inadecuada puede conducir a múltiples problemas. Algunos de ellos son la congestión del tránsito, la falta de servicios básicos, la contaminación y una mala calidad de vida para sus habitantes. Ante estos desafíos, crecientes en el siglo XXI, la participación ciudadana aparece como una llave capaz de idear soluciones colectivas con mayor eficiencia.
Iniciada la década del 2000, varios gobiernos locales comenzaron a involucrar activamente a la población en sus transformaciones urbanas. En Bogotá, por caso, nació el programa “Obra por tu Lugar”, que permite a la ciudadanía postular proyectos para mejorar distintos espacios públicos. Por medio de votaciones virtuales, la comunidad elige las obras que se ejecutarán con el compromiso de participar en al menos el 25% de su financiación.
En sus primeros años, el programa consiguió construir nuevos andenes y transformar plazoletas. Tras un largo período de inactividad, fue relanzado en 2021 como una forma de mantener el desarrollo urbano sin desequilibrar el gasto público en medio de la crisis sanitaria. “Es la forma como la participación ciudadana incidente se vuelve real, donde la población se pone de acuerdo para ejecutar un proyecto, de escala local, con un componente de financiación donde ellos ponen una parte y el Distrito la otra”, explicó Hernando Arenas, director de Valorización del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) de Bogotá.
Primero, una comunidad identifica una necesidad de infraestructura en su vecindario, como construcción de ciclovías, andenes o mejoras de espacios públicos. Ese requerimiento se presenta virtualmente y, una vez que el IDU lo estudia y encuentra un presupuesto, distribuye los aportes. “Después la población vota, y si el 55% de los predios en la zona de influencia está a favor, la llevaremos a cabo”, puntualizó el funcionario.
Problemáticas del desarrollo urbano
Otros problemas persistentes en el desarrollo urbano y hábitat son la falta de vivienda asequible, la marginación social y la exclusión de ciertos grupos de población. Ante estos desafíos, los gobiernos locales suelen recurrir a la construcción de viviendas sociales y la implementación de distintos programas de inclusión social.
Las ciudades del siglo XXI también se enfrentan al cambio climático, que produce aumento de temperaturas y una mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos. La construcción de edificios sostenibles y la implementación de tecnologías verdes son algunas de las soluciones para ayudar a mejorar el panorama.
Viviendas sociales y ambientes sostenibles
Baguió (Filipinas) concentra varios de estos problemas ante la afluencia de millones de personas que desean establecerse en ella por ser el centro de negocios, comercio y educación de la región. Como resultado, la ciudad experimentó una expansión urbana no planificada con miles de viviendas informales.
Con el objetivo de transformarse en una ciudad verde, inteligente y creativa, Baguió ideó distintas soluciones que colocan a la comunidad como protagonista del desarrollo urbano. Una de ellas es “Luna Terrazas”, un plan arquitectónico que incluye en su diseño la permacultura como una forma de mantener el equilibro con la naturaleza. Así, conservando la biodiversidad y aplicando técnicas de agricultura sostenible, la ciudad planificó la construcción de 10 edificios con 260 viviendas, centros comunitarios, invernaderos, viveros y espacios verdes.
Las obras están pensadas principalmente para las personas que viven en áreas de alto riesgo, adaptándose a sus necesidades socioeconómicas. “Nuestra misión es construir hogares de calidad y un ecosistema saludable, donde las familias puedan vivir, trabajar y prosperar mediante la adopción de prácticas cultural y naturalmente aceptables. Para ello, apuntamos hacia la producción sostenible de alimentos a través de la agricultura inteligente dentro de un entorno urbano habitable”, afirmaron desde el gobierno local, conducido por Benjamin Magalong.
Viviendas colaborativas para envejecer bien
En Unley (Australia), el envejecimiento de la población llevó a que las autoridades idearan cambios en la planificación urbana. Como respuesta a los pedidos comunitarios, se diseñó un proyecto para proporcionar viviendas compartidas y accesibles que pudieran mejorar la interacción entre los residentes mayores. Para lograrlo, fueron necesarios cambios en los códigos urbanos de la ciudad.
Las “co-viviendas” casi no existían en Australia, por lo que también había barreras culturales por sortear. En función de los espacios disponibles en el proyecto, los posibles residentes mayores participaron de la adaptación de las áreas habitables. Por medio de talleres interactivos, identificaron los grados en los que aceptarían compartir con otras personas y los posibles obstáculos habitacionales.
Así, los equipos de especialistas diseñaron el proyecto de tal forma que pudiera conservar el carácter tradicional de las calles, aumentar la cohesión social y preservar espacios verdes con beneficios climáticos y de salud. A final de cuentas, el objetivo final de Unley es que sus habitantes mayores de 60 años (cerca del 20% de la población) puedan seguir viviendo en sus comunidades. A la vez, aumentar la densidad urbana y la oferta de servicios de proximidad.
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